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El PRI ante Morena

Con la derrota electoral fulminante que sufrió en 2018 y en 2019, el PRI quedó prácticamente en la indigencia política.

Con la derrota electoral fulminante que sufrió en 2018 y en 2019, el PRI quedó prácticamente en la indigencia política. A nivel nacional conserva algunas zonas de influencia y quizás pueda mantenerse todavía, pero hay estados como los de Baja California donde es difícil que pueda recomponerse. En especial por su ambigüedad ante el gobierno de Morena.

A diferencia de lo que creen algunos priistas, la naturaleza de esta crisis es distinta a las que ha vivido el priismo desde 1989. Ahora no sólo el partido quedó destrozado, sino también los asideros más importantes como son sus referentes políticos e ideológicos, lo mismo que su sistema de creencias, de pensamiento y de actuación, que definían lo que era el PRI.

De haber sido el partido dominante y hegemónico, el eje central de toda la política a nivel nacional y local, el PRI es hoy un partido marginal e irrelevante, sin dirección, sin rumbo y sin posibilidades de cambiar. La muestra más palpable es su reciente elección interna para elegir la dirigencia estatal, en la que prefirió seguir sus viejos métodos e impedir la competencia.

Lo peculiar de su tragedia, sin embargo, es que a su derrota hay que agregar ahora que el PRI local (y el nacional), no sabe cómo enfrentar o qué política adoptar frente al nuevo gobierno de Morena, frente a Andrés Manuel López Obrador y obviamente ante el cuestionado gobernador del estado, Jaime Bonilla. Pero sobre todo no sabe cómo enfrentar la fuga de sus miembros hacia el morenismo.

Es la profundidad de la crisis lo que explica esta situación, pero también está de por medio la dificultad de asumir una postura ante un partido que ha surgido desde las entrañas del PRI, como es Morena. Por más que el priismo local considere como “traidores” a los que se han ido a las filas de Morena, sabe que es como su “primo hermano” o un partido que recoge, aunque de manera deshilachada, algunos postulados del priismo.

Si bien es una fracción del priismo la que coloca las bases para la formación de Morena en BC, en particular la del ex gobernador Xicoténcatl Leyva Mortera, que luego agrega a Bonilla y a otros, y a los que más recientemente se han ido agregando corrientes como la de Fernando Castro Trenti e incluso el mismo Jorge Hank que intenta colocar en el gobierno de Morena a Carlos Barbosa, un individuo a su servicio, son fracciones que descalabran profundamente al PRI y lo llevan a un escenario de derrota política.

Así, el PRI navega entre dos aguas al triunfar Morena. El priismo sabe que esas fracciones que se fueron y se han ido del partido en un proceso gradual le allanaron su fracaso político, pero al mismo tiempo sabe que son ahora el partido gobernante. El PRI transmutó en Morena, aunque formalmente el PRI siga apareciendo como un partido distinto que intenta reorganizarse.

Es esta ambigüedad del priismo la que no le permite la mínima oportunidad de recomponerse, o aprovechar los errores del gobierno de Morena para reorganizarse, para plantearse una nueva ruta como partido político. Es posible que en el fondo espera que Morena reabsorba a todo el priismo, en un proceso de metamorfosis que ya se está dando en varios lugares del país.

A lo mejor en otros estados todo este proceso va a ser diferente, pero en Baja California todo apunta a que Morena, dominada por priistas, vaya desplazando y haciendo cada vez más inoperante al propio PRI. Por eso es de esperar que la fuga de priistas hacia Morena se intensifique, pues es en Morena donde están o estarán las oportunidades de acceder al gobierno.

Sin embargo, esto que aparentemente es una gran ventaja para Morena, que recibe a todo tipo de político venga de donde venga, será a la postre su peor lastre, porque no pasará mucho tiempo para que Morena sea identificado como el partido que regresó al viejo priismo al poder.

De cualquier manera, esta ambigüedad terminará de matar al PRI. Para salir de ahí, el tricolor tendría que definirse como un partido diferente a Morena, adoptar una postura crítica ante los yerros del gobierno de Bonilla y trabajar en un proceso de reconstrucción con nuevas banderas y propuestas políticas. Sin esto, irá a la zaga de Morena hasta extinguirse completamente como partido local.

Hay posturas románticas que intentan salvar del naufragio al PRI en BC, o que se aferran a un voluntarismo ingenuo y creen que todo puede cambiar en cualquier momento. Pero no es así. Un partido sin estructura organizativa, sin dirección, sin ideología, sin propuestas y absolutamente marginal de la vida política, no puede sobrevivir.

Y menos cuando no sabe cómo actuar frente a un partido como Morena, que se deshojó del árbol del PRI.

* El autor es analista político.

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