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VIDEO | Ranchos cinegéticos en Sonora: El gusto por la cacería

Sonorenses platican que la caza legal sirve paralelamente para proteger y repoblar de especies de animales

SEGUNDA DE TRES PARTES

La mayoría de los cazadores empiezan a practicar esta actividad en la niñez y su gusto por este deporte los ha llevado a comprar o diversificar sus ranchos ganaderos en cinegéticos, como lo hicieron José Vicente Contreras Pavlovich y Javier Artee Valenzuela.

Ambos empresarios de ranchos cinegéticos consideran que la caza legal es una actividad que contribuye al equilibrio ecológico, conservación ambiental y es positiva para la economía de la región. Ellos comparte su experiencia de ser cazadores.

José Vicente Contreras Pavlovich compró tres predios abandonados en Hermosillo para crear un rancho cinegético con animales de la región y otros que fueron traídos de otras partes del mundo para hacerlo más atractivo.

El sonorense empezó a practicar la cacería cuando apenas era un niño y su primer trofeo fue un venado cola blanca, sin embargo con el paso de los años su gusto por esta actividad lo llevó a viajar por varios países para tratar de romper sus records anteriores.

“Cuando se hicieron las UMA’s (nombre completo) se recuperó la población de borregos cimarrones en Sonora porque ya no había vaqueros cazando por cazar animales, se estableció un control y lo que se hizo es proteger a la fauna, si se prohíbe la caza nadie va a cuidarlos ni los ambientalistas porque ellos sólo proponen desde escritorios”, externó.

... Si se suspende (la caza legal) se va a acabar, nadie (a los animales) les va a dar agua ni comida ni los van a andar cuidado. Van a cazar como antes, matando por matar, las poblaciones se van a acabar”, apuntó.

Artee Valenzuela, por su parte, diversificó su rancho ganadero en cinegético para criar borregos cimarrón, jabalíes y venados cola blanca y bura para enseñarles a sus hijos este deporte y el respeto a los animales como lo hizo su padre con él cuando era un niño.

Este deporte lo inició con la colecta de los patos y gansos que su padre cazaba en el valle del Yaqui y después empezó sumando una larga lista de trofeos obtenidos a lo largo de 50 años, entre los que destacan el borrego cimarrón, venado cola blanca y bura, jabalí, berrendo, jirafa y un sinfín de aves que fueron cazadas en varias partes del mundo.

La familia Artee ha estado realizando reintroducción de animales silvestres a la vía libre en el Sierra del Álamo, en Caborca, donde tiene su rancho para repoblar esa zona y dicha acción fue reconocida por la fundación Wild Sheep, de la que ahora forman parte dos de sus hijos.

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PRIMERA PARTE: Cacería en Sonora lidera por su impacto ambiental y económico

ACTIVIDAD DE FAMILIA

El gusto por la cacería nació en José Vicente Contreras Pavlovich cuando era apenas un niño, al ver a sus tíos y otros familiares practicar este deporte en diferentes ranchos de la entidad y otros estados.

A su corta edad le enseñaron a cazar y a tirarle a los venados, pero también a identificar cuáles son eran los que se podían aprovechar, de acuerdo a la edad, lo que lo llevó a comprar un rancho y repoblar hasta convertirlo en uno de los preferidos por extranjeros.

Durante su trayectoria como cazador ha viajado a diferentes partes de Estados Unidos, Canadá y Argentina, y ha logrado transmitirle su pasión a su hijo Vicente, quien lo ayuda en la conservación del rancho cinegético.

El primer animal que cazó en su niñez fue un venado cola blanca y después siguió con buras, los cuales mantiene en grandes poblaciones en su rancho como parte de la fauna local.

El rancho, al adquirirlo, eran tres predios abandonados cuyo bosque estaba siendo talado por un grupo de carboneros para elaborar figuras de palo fierro, los cuales poco a poco logró sacar para criar cimarrón americano, berrendo, caribú, lobo, venado y bura cola blanca, principalmente.

“En esa época no había control de fauna y se veía muy poco animal, eran dos o tres y ahora con los 50 bebederos y 15 comederos, que instalamos bajan a comer 700 animales, que estamos cuidando siempre de los furtivos”, comentó.

Contreras Pavlovich no realiza publicidad ni tampoco lleva a cabo subastas, pues los 20 cazadores que reciben por año, compran con mucha anticipación su espacio para cazar por un término de seis días de diciembre a febrero.

En la actualidad su rancho es uno de los pocos en el Estado que ha logrado romper records en revistas estadounidenses de cacería por el trofeo de un venado bura que llamaron “Choro Pico” por su tamaño y peso.

“El cazador registró su nombre, la especie que cazó con medidas de sus cuernos, tamaño y peso y el del guía en unos libros de Estados Unidos y rompió récord. El ‘Choro Pico’ fue uno de los animales que estuvieron siguiendo a través de cámaras durante más de un año hasta que lo encontró ese cazador, por suerte, era el más grande del rancho y del mundo”, externó.

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DEFIENDE LA CAZA

Contreras Pavlovich, cazador y ranchero por más de 50 años, considera que sería catastrófico eliminar la caza deportiva en la entidad y el País porque gracias a los rancheros la población de animales ha aumentado de manera exponencial.

Al prohibir la actividad, indicó, nadie le apostaría a la conservación en esa forma.

Criticó la iniciativa que presentó el diputado local de Morena en la Ciudad de México, Nazario Norberto Sánchez para erradicar la caza deportiva, por no tomar en cuenta a las personas que viven y se benefician de la actividad.

“No tiene conocimiento de lo que es la cacería, si se suspende se va a acabar, nadie les va a dar agua ni comida ni los van a andar cuidado”, consideró.

Los criadores de animales y cazadores, dijo, han incrementado la población del borrego cimarrón, venado y otros animales, además de realizar el intercambio de sangre para mejorar la raza, lo cual nadie había realizado antes cuando la mayoría de estos animales estaba extinta.

Aseguró que los rancheros están en pláticas con el senador Ricardo Monreal con el fin de presentarle el trabajo que ha realizado cada uno de los ranchos cinegéticos para que al tomar una decisión sobre la iniciativa de Norberto Sánchez, se tenga información equilibrada del tema.

Otro punto importante, agregó, que no se consideró en esta iniciativa, es la derrama económica que deja en los estados y el dinero que los guías, choferes, cocineros, obtienen en una temporada que dura tres meses.

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PRESERVACIÓN DE ESPECIES

Javier Artee Valenzuela, quien es abogado de profesión, es un apasionado de la cacería, su gusto por este deporte lo inició desde pequeño recolectando los patos y gansos que su padre cazaba en el valle del Yaqui.

Lo que para él era una tradición familiar se convirtió en una de sus más grandes pasiones al grado de que una vez que formó una familia, involucró a sus hijos y esposa y diversificó su rancho en cinegético para seguir practicando la cacería e invitar a otras personas.

Su padre le inculcó el respeto por los animales y eso lo motivó a abrir un rancho cinegético en el desierto de Sonora donde se ha dedicado a preservar a los animales silvestres en vía libre y en su propiedad, lo cual ha sido reconocido por la Fundación Wild Sheep.

Tenemos que soltar y repoblar, el Estado hizo un programa y tenemos que ayudar a que los animales que tenemos en producción pues se repartan en el sector social, que se vayan a los ejidos, que se vayan a otras tierras”, indicó.

Algunos consideraban que era mala idea su decisión, sin embargo el sonorense no claudicó e introdujo venados buras, venados cola blanca, borregos cimarrones y jabalíes y con los bebederos que instaló y refugios de comida, la población pronto creció.

“Inicialmente había venados cola blanca y bura, no de muy buena calidad, de otra sangre, de otras áreas y ahora ya no es así, es un rancho, una industria cinegética”, puntualizó.

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DE PADRE A HIJOS

Sus hijos Javier, Jorge, Jacobo y José también son cazadores pues de pequeños se los llevaba a cazar y ahora dos de ellos son parte de la Fundación Wild Sheep, quien ha sido testigo de la reintroducción de 200 borregos cimarrones en la vía libre de la Sierra del Álamo, del Municipio de Caborca.

Sus expediciones de cacería lo ha llevado al Polo Norte, California, Texas, África y otras partes del mundo acompañado en algunas de ellas de su gran amigo ya finado, Armando Araujo, con quien fue tras búfalos, cebras y venados.

“Antes no había estructura se llevaban carpas, agua, alimento, se acarreaba todo para la cacería, era una odisea meterte a la sierra, se hacían fogatas, era una gran fiesta para salir a cazar, era una algarabía, llevabas a tus hijos, a la familia, a los compadres, era más tradicional”, comentó.

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