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El Imparcial / Tijuana / Migración

Familia huye de El Salvador por las pandillas

Julio junto con su esposa y sus hijos llegó a Tijuana tras abandonar su país, El Salvador, debido las amenazas del crimen organizado.

Tijuana, BC.- Las malditas coincidencias, dice Julio, originario de El Salvador, cuando relata que huyó de las amenazas de muerte de las pandillas y se encontró a varios de sus miembros en Tijuana.

Platicó que durante ocho años fue comerciante en su país, “el país de las maravillas”, y cada mes pagaba 100 dólares por derecho de piso; hasta que la cuota se elevó a 10 mil dólares.

Julio, acompañado de su esposa y dos hijos, comentó que anteriormente quienes no pagaban los asesinaban y arrojaban a la calle, situación que cambió, ya que ahora los desaparecen para jugar con la angustia de los familiares.

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“Empezamos a notar que ‘Fulano de Tal’ no aparecía, al vecino de pronto no lo vimos. Llegaban a amenazar y nos decían ‘tienes que cooperar ahorita, vas a dar 100 dólares’, relató.

El inicio

El salvadoreño expuso que la primera extorsión que sufrió fue la de ‘regalar’ un vehículo a los pandilleros, para lo cual lo llevaron con un abogado del lugar, con quien firmó los documentos de “cesión”. Pero fue solo el inició, porque los delincuentes iban por todas sus pertenencias y hasta las vidas de sus seres queridos.

Agregó que en una ocasión grabó el video al delincuente que lo amenazó, quien resultó que era considerado como terrorista por las autoridades de El Salvador, y quien supuestamente pagaba una condena de 13 años desde el 2020.

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“¿Yo qué les hice si he trabajado toda la vida, no me metía con nadie? Salimos del país, y de ahí inicia esta travesía que nos ha pesado robo, extorsión”, expresó el ex comerciante.

Se refiere al intento de secuestro que vivió junto a su familia en Guatemala y la extorsión de parte de los soldados de la Guardia Nacional al ingresar a Chiapas, quienes les quitaron sus últimos 40 dólares.

La ruta migrante

Llegaron a Tapachula, Chiapas, y obtuvieron la protección del refugio que el gobierno mexicano da a los migrantes extranjeros a través de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados.

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Ahí debieron esperar cinco meses, en los cuales en las calles y paredes vieron las insignias de las pandillas salvadoreñas de MS y 18, por lo que nuevamente se sintieron amenazados.

Hace una semana llegaron a un albergue de Tijuana, en donde los iban a recibir; estuvieron a punto de ingresar cuando: “Justamente me vengo a encontrar con personas que llegaban a recoger renta (cobrar piso) en El Salvador, que nos quitaron el dinero”, dijo Julio entre sollozos.

Como otros migrantes, sin importar nacionalidad, temen por su vida al estar en la ciudad, pues consideran que los pandilleros están organizados en el País y no descansan hasta ultimar a sus víctimas, como castigo de haberse escapado.

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Por ello, tienen la esperanza de que el gobierno de Estados Unidos reabra los procesos para tramitar el asilo humanitario, para rehacer su vida en un ambiente seguro.

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