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Ellas

Las madres buscadoras definieron esta semana a Sonora como un campo de exterminio, debido a la cantidad de cuerpos y fosas clandestinas que han sido descubiertas en los años recientes.

Las madres buscadoras definieron esta semana a Sonora como un campo de exterminio, debido a la cantidad de cuerpos y fosas clandestinas que han sido descubiertas en los años recientes.

Nuestra entidad ha permanecido entre las 10 con más fosas y cuerpos encontrados en territorio nacional.

Recientemente se han denunciado amenazas contra una de sus líderes, Cecilia Flores; eso sucedió días después de que una de ellas fuera asesinada en su propia casa, en el municipio de Empalme.

Hay que reconocer varias cosas en este tema.

La principal y que da origen al nacimiento de esos colectivos: La ineficacia de los gobiernos, la falta de compromiso y la negación frente a una realidad que se nos estrella en el rostro, como son los altos índices de inseguridad registrados en los años recientes en el Estado y desde luego en el resto del País.

Al menos habría que reconocer que no fueron los gobiernos, sino ellas, quienes han ayudado a darle la dimensión correcta a este asunto.

Sin ser su propósito, logran levantarle las faldillas a las instituciones gubernamentales, al sistema de justicia que en el mejor de los casos no se da abasto frente a levantones y ejecuciones que si a las fosas nos atenemos, son muchas más que las que reportan las cifras oficiales.

Ellas sólo quieren encontrar a sus seres queridos, en el peor de los casos para tener un lugar a donde ir a llevarles flores y llorar su recuerdo.

Pero en ese afán exhiben a gobierno enteros, que por más que quieran no pueden ignorarlas.

Habrá quien desde el Gobierno sienta un compromiso de mejorar las cosas viendo el esfuerzo de estas mujeres. Ese es un logro.

También han ayudado a que la sociedad tenga un poco más de conciencia sobre esa realidad que era invisible para muchos, hasta que empezaron ellas a manifestarse.

Desde el sufrimiento en el que viven y sin proponérselo, ayudan a generar conciencia, a tener valor civil, a exhibir gobiernos que no están dando resultados y también a generar una conciencia de que las cosas no pueden seguir así.

En algún momento ellas tendrían que regresar a sus casas, a llorar sus pérdidas y a sanar sus heridas.

Pero no las dejan. O es el Gobierno o son los grupos criminales, pero no logran esa paz que buscan.

¿En qué momento Sonora se llenó de fosas clandestinas y madres buscadoras?

Ellas, al final, son sólo una expresión (muy dolorosa) de un sistema que se descompuso, se corrompió a niveles que no tenían antecedentes -al menos en el plano local- y también de una descomposición social en donde la violencia se fue normalizando y en la que aún hoy prevalecen ciertos modelos a seguir.

Esto no se va a terminar en septiembre, tampoco con un clic en una computadora.

Pero es urgente empezar, porque no falta mucho para que Sonora entera esté buscando la paz y no solamente esas afligidas y valientes mujeres.

Hoy también Sonora está viviendo por fin la activación de la Alerta de Género que tanto han exigido grupos y colectivos.

Al final esta realidad les pasa a ellas por encima, porque desaparecen sin dejar rastro, a veces jamás se vuelve a saber dónde quedaron; otras aparecen muertas.

Y entonces la violencia contra las mujeres ya presente en Sonora se cruza con la otra violencia, la de grupos criminales que o las seducen o se apropian de sus vidas y su dignidad.

Hay muchas historias en los barrios, pocas llegan a convertirse en denuncias formales… el miedo es demasiado.

Sergio Valle, titular del noticiero nocturno de Televisa Hermosillo.

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