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El Imparcial / Hermosillo / La última cena

Sergio formó la imagen de La Última Cena con piedras semipreciosas de diversas partes del mundo

Como si fueran piezas de un rompecabezas, piedras semipreciosas de diversas partes del mundo fueron colocadas de manera precisa durante catorce años en una estructura especial de ocho metros de ancho y tres de alto, para formar la imagen de La Última Cena.

Si bien es ciero que el resultado es extraordinario, más asombra el hecho de que su autor jamás tomó clases de arte. El señor Sergio Ríos Arvizu tiene como oficio la herrería y empezó a armar dos espectaculares obras de arte a manera de pasatiempo, y que tardó catorce años en concluir.

Para realizar las piezas hizo primero los contornos de herrería que fueron después cubiertos con las piedras.

Dejó de lado su trabajo como propietario del taller, para empezar como un pasatiempo la recolección y tallado de piedras y empezar a formar diferentes figuras y así crear su propia técnica.

En su taller se observan distintas piezas, hay grandes piedras lajas talladas o decoradas con algunas pinturas de naturaleza; cabezas de ganado decorado con piedras de distintos colores y dos grandes cuadros que bien podrían adornar la Basílica de San Pedro.

Uno de los cuadros es de tres por tres metros con la imagen de Cristo crucificado y rayos de luz; de lejos parece una pintura, pero con tan sólo verlo de cerca ya se puede apreciar el laborioso trabajo que implicó darle forma.

La historia no termina ahí, pues al fondo de su taller hay otra obra inmensa yde un colorido que pocos creerían que se trata de colores brindados por la naturaleza; de ocho por tres metros y con un peso estimado de siete toneladas, que forma la imagen .

La realización de ambas obras no fue algo planeado, comenzó a recolectar las piedras traídas desde Estados Unidos, pero llevadas a dicho país de diferentes lugares, en su mayoría de África y América, e incluso algunas de Sonora, y después comenzó a tallar y formar las figuras.

El diseño lo realizó sobre una estructura de polines cubierta con láminas de fierro y rellenas de poliuretano, después delineó cada detalle con herrería y así comenzó el ensamble de cada pieza.

Piedras como ojo de tigre, originaria de La India; crisocola verde, de Estados Unidos; jaspe rojo, de Sudáfrica; amatistas de Brasil, entre muchas más que conservan el color natural, sin recibir pintura, adquiridas en bruto y talladas por Sergio.

Platicó que cuando inició con las obras no esperaba que le llevara tanto tiempo, ni lo hacía con la intención de venderlas, pero quiso ver terminadas estas obras que, asegura, no hay otras iguales en todo el mundo.

"Empecé a pintar figuras en piedras laja, esa experiencia me llevó a eso, empecé y se me afiguraba que no terminaba, me ayudó mucha gente también; ya cuando llegas a esto ya no quieres hacer algo menor, quieres hacer algo mejor", dijo.

Sergio es creyente, por eso eligió realizar ambas figuras religiosas, y aunque para algunos les resulte increíble, en la figura de piedra laja de Cristo crucificado al tallarla salieron algunas líneas que asemejan los estigmas en manos, pies y pecho.

"No quiero decir que es milagro, pero cuando tallé la piedra salieron los raspones en las rodillas, en los pies y la marca de los clavos, es natural, no es pintura, al quitarle la parte de encima para que se forme le salen las marcas, son vetas, pero indican estigmas, en La Última Cena le salió una venda en los ojos al apóstol Tomás, por incrédulo," platicó.

Después de catorce años de viajar a Estados Unidos en busca de las piedras, tallar, diseñar, pulir y ensamblar cada pieza, en diciembre pasado terminó ambas obras y ahora está a la espera de que un experto en arte lo valúe y así poder venderlo, aunque su sueño sería que la gente lo viera en un lugar grande.

"Me puse a hacerlo como pasatiempo y era lo que me gustaba, hacerlo, no tenía contemplado venderla ni nada, pero ya que está terminado... hay que ver, sobre todo para que quede en un lugar bonito, mi sueño sería que se quedara donde fue, en Jerusalén".

Sergio invirtió los últimos catorce años de su vida en terminar estas obras, con ayuda de varias personas, cada día dedicaba horas a tallar las piedras, pero no quiere detenerse, pues ya tiene en proceso su próximo proyecto, una Virgen. Así, él espera que la gente conozca su trabajo y si así lo desean, realizar murales con esta técnica.

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