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Otro destino

Inmersos los mexicanos en el trascendental debate nacional en el que en muchos sentidos nuestro país se juega la viabilidad y la oportunidad de crecimiento y desarrollo hacia el futuro.

“El destino mezcla las cartas

Y nosotros las jugamos”

Shopenhauer

Inmersos los mexicanos en el trascendental debate nacional en el que en muchos sentidos nuestro país se juega la viabilidad y la oportunidad de crecimiento y desarrollo hacia el futuro, los perversos juegos de poder de repente terminan por nublar la razón y la prioridad que tendríamos por atender los temas que propicien cambios disruptivos de transformación estructural que nos debemos y le debemos a nuestro México.

Y es que entre los mercenarios disfrazados de políticos; los amargados que hoy reniegan y atoran lo que en su momento desde el poder no tuvieron el talento de operar; a la par de los oportunistas que hoy dicen una cosa y mañana otra según convenga sin darse cuenta que no tienen un ápice de credibilidad y que si conocieran la palabra vergüenza no se atreverían siquiera a dar la cara… frecuentemente cometemos el error de perder la ruta que nos pueda guiar hacia la discusión de lo fundamental y sobre lo cual tendríamos que estar ciertos que no son… ni serán… cuestiones populares quizás de corto plazo, sin embargo, más bien deberíamos observar la realidad en el sentido de que nuestro país ha sido gobernado tan mediocremente por tanto tiempo que sus transformaciones hacia el desarrollo habrán de doler iniciando por reconocer que no todos nuestros males surgen por los malos gobiernos, sino que en muchos y muy variados sentidos somos nosotros mismos, los ciudadanos, los primeros que no estamos dispuestos a modificar nuestras acciones y reconocer nuestras responsabilidades, para, a la hora de poner lo que nos corresponde, ser los primeros que procuramos evadir y “buscarle” con el afán de no cumplir o en su defecto corromper para hacerlo lo menos posible.

Así las cosas, lo prioritario es retomar el camino para construir opiniones más fundadas con argumentos sólidos no solo para entender hacia dónde podemos y debemos ir, sino para dilucidar la manera en que juntos, sociedad y gobiernos en sus distintos ámbitos y de todos los partidos, sabiendo disentir con prudencia, pero sin perder de vista la ruta trazada en aras de consolidar las decisiones con visión de Estado en la que todos debemos de caber en mayor o menor medida.

En esta era de la comunicación, con mayor razón tenemos que ser cautos a la hora en que procesamos tal o cual información con la idea de eventualmente ejercer alguna opinión al respecto.

Lo que antes tardaba demasiado en saberse, quedando muchas veces en el olvido, hoy no solo se sabe, sino que se disemina de manera exponencial propiciando que muchos caigan en la tentación de prejuzgar y juzgar sin que prive el análisis necesario para dar a cada quien lo que merece.

Si queremos que México cambie, como sociedad civil debemos tener la inteligencia para opinar sobre cuestiones públicas.

A lo que me refiero es a la necesidad que tenemos por, ya sea regional o nacionalmente hablando, poner por encima los intereses de bien público que signifiquen potencializar nuestras las ventajas comparativas y/o competitivas que como región y/o país tenemos.

Estemos, como sociedad civil, a la altura de las circunstancias para saber opinar al respecto.

Es, en estricto sentido, lo mínimo que debemos hacer si queremos ser parte de la solución y no del problema en un país que tiene todo el potencial para que juntos le demos (nos demos) otro destino.

*El autor es editorialista local/consejero CDEM.

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