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¿Quién gobierna en Tijuana?

Formalmente Morena y la alcaldesa Monserrat Caballero gobiernan, pero desde la llegada de este partido el gobierno está dividido entre varios grupos o fracciones políticas que provienen del PRI y del PAN.

Formalmente Morena y la alcaldesa Monserrat Caballero gobiernan, pero desde la llegada de este partido el gobierno está dividido entre varios grupos o fracciones políticas que provienen del PRI y del PAN, que son en realidad las que controlan el ayuntamiento, como de alguna manera sucede a nivel estatal.

Antes del arribo de Morena a los gobiernos locales era más fácil identificar que quienes gobernaban eran el PRI o el PAN, cada uno en su momento. Los titulares eran de un partido definido, aunque siempre había grupos de interés que buscaban tener influencia en las decisiones de los gobiernos. Entre ellos los empresariales y gremiales.

Hoy no es así. Quienes gobiernan detrás de las siglas de Morena son fracciones y grupúsculos políticos que se desprendieron o se han ido desprendiendo de los partidos. Los cuadros que provienen de Morena no existen en la estructura gubernamental, ni a nivel estatal ni municipal. El ejemplo más claro es Bonilla, pero a él le han seguido otros como veremos enseguida.

El fenómeno ha pasado como un hecho natural ante los ojos de la población, o ha sido objeto de burla y crítica por parte de algunos sectores, pero no ha ido más lejos. Sin embargo, ha cambiado todas las coordenadas de la política local. El poder de Morena se ha “enmascarado” y los distintos grupos de poder se están camuflando tras sus siglas. El fenómeno es tan grave que, paradójicamente, en nombre de Morena gobiernan las mismas élites de antes.

En Tijuana, por ejemplo, hay dos grupos o fracciones políticas que se reparten los puestos clave del ayuntamiento: el de Fernando Castro Trenti y de manera más reciente el del exgobernador Francisco Kiko Vega de Lamadrid, lo que resulta increíble. El nombramiento reciente de Miguel Ángel Bujanda como nuevo secretario de gobierno, refleja que el ex gobernador está metiendo a sus “cuadros” al gobierno de Morena.

Estos cambios que muestran un rostro distorsionado del morenismo son resultado de varios factores, entre ellos el declive de la influencia política de Bonilla que no ha podido enderezar su carrera desde que dejó la gubernatura. La alcaldesa Monserrat, antes cobijada por él, ha tenido que buscar apoyo en otros grupos como el de Kiko Vega.

Esto la ha llevado a abrirle las puertas del gobierno al panismo, a tal grado que en su gobierno hay más panistas que si gobernara Jorge Ramos, ayudando con ello a que una de las corrientes más negativas del panismo local (como lo es el “kikismo”) se restablezca y vaya acaparando subrepticiamente espacios en el gobierno de Morena. Lo mismo que hace Marina del Pilar a nivel estatal.

Este proceso de recambio político se ha producido con la llegada de Morena al gobierno, lo cual colapsó a los partidos tradicionales como el PRI y el PAN e indirectamente generó que los grupos o ciertos líderes con poder se movilicen en busca de nuevos espacios. Es el caso de Kiko Vega y de otros como Cstro Trenti que, en lugar de conquistar el poder, prefieren infiltrarse en él.

Entonces, quien realmente gobierna en algunos ayuntamientos como el de Tijuana son ellos, cohabitando en la estructura de poder en una relación de compadrazgo y de alianza. A diferencia de antes, no hay un grupo hegemónico, lo que significa que el poder está dividido o repartido entre varias fracciones, que no son precisamente de Morena.

Morena no aparece porque no existe realmente. Morena, no está demás repetirlo, es una base electoral, una masa de electores reclutada o sostenida para las elecciones. No tiene cuadros directivos a nivel local (ni a nivel nacional), y tiene sólo un líder que es AMLO. Morena no es un partido político como los conocemos, sino un “engranaje” político para ganar elecciones.

Lo más grave de todo es que, en estas condiciones, Morena legitima el poder de las fracciones panistas y priistas, violando o tergiversando el resultado arrojado por las urnas en cada periodo electoral. ¿Dónde está el poder del pueblo si los que terminan gobernando son justamente las élites y los grupos de poder? Es decir, Morena invalida el poder del voto de los ciudadanos.

El resultado de todo esto a cuatro años de distancia del arribo de Morena es: gobiernos inestables, con una “alta rotación” de funcionarios en las estructuras clave, con pésimos resultados en casi todos los rubros, gobiernos opacos que no rinden cuentas a la ciudadanía, y con formas y estilos de vida de sus titulares que no corresponde al discurso de “primero los pobres” de López Obrador.

Morena le está entregando el poder a los viejos partidos que mal gobernaron la entidad, así como a corrientes políticas que abusaron de su poder, como es el caso de Kiko Vega. Más que un gobierno de cambio, el de Morena parece un caballo de Troya en donde se ocultan los mismos grupos de poder de siempre. ¿Será el cambio que prometió López Obrador?

*El autor es analista político.

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