Don Ramón: La última escena que grabó antes de morir

CIUDAD DE MÉXICO.- A más de tres décadas de la muerte de Ramón Valdés, el mundo sigue recordando con cariño su legado como el icónico “Don Ramón” de “El Chavo del 8”.

Su fallecimiento en agosto de 1988 conmocionó a todos sus fanáticos, especialmente por la última escena que grabó semanas antes de perecer por el cáncer de estómago.

La última vez que "Don Ramón” apareció en pantalla, no fue con “El Chavo del 8”, sino en el programa “¡Ah, qué Kiko!”, de Juan Carlos Villagrán, donde reencarnó su personaje tras una disputa por los derechos contra Chespirito.

En la producción que se filmó en Venezuela, aparece el papá de la Chilindrina en un cementerio, donde él, “Kiko” y un amigo en común se retaron para ver quién de los tres era el más valiente.

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“Don Ramón” es visto por última vez adentrándose en el panteón, perdiéndose entre la oscuridad y la bruma.

Según Juan Carlos, su coleta ya no pudo regresar para continuar la filmación debido a que su salud ya estaba bastante deteriorada. Incluso en dicha escena grabada, se podía notar el cansancio en la voz del actor, además de verse mucho más delgado de lo habitual.

RAMÓN VALDÉS TRABAJÓ DESAHUCIADO

A pesar de que Ramón Valdés era consiente de su inevitable muerte, éste nunca quiso dejar de trabajar.

El actor ya había sido declarado como desahuciado, pero se negó a faltar a las grabaciones de “¡Ah, qué Kiko!”, ni a dejar su adicción al tabaco, misma que le causaría el cáncer de estómago que le dio muerte.

En 1985, Ramón fue sometido a una cirugía de estómago para reducir el tumor cancerígeno a una tercera parte de su tamaño. Sin embargo, el esfuerzo fue en vano, pues ya había producido una metástasis en la médula espinal y ya no había nada qué hacer para ese entonces.

Durante tres años, el intérprete recibió los cuidados paliativos para sobrellevar la enfermedad hasta el último momento, y continuar con su trabajo en el programa de “Kiko”, así como sus giras por el circo de “Don Ramón”.

No obstante, su condición empeoró en cuestión de semanas, y permaneció los últimos 15 días de su vida sedado para controlar el dolor, hasta el 9 de agosto de 1988 que falleció en el hospital Santa Elena de la Ciudad de México.