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El Imparcial / Tijuana / Cereso de Tijuana

Doblemente aisladas

Por la suspensión de visitas y algunas actividades debido al Covid-19, las horas parecen avanzar más lento para las internas del Cereso de Tijuana

Tijuana, BC.- La difícil vida que llevan internas se ha agudizado a causa de la contingencia sanitaria por el Covid-19, desde hace siete meses no han podido ver a sus seres queridos.

Para prevenir contagios del nuevo virus, solo les permite hacer llamadas y se dividen en grupos pequeños para realizar sus actividades, las cuales se reactivan paulatinamente.

Una de las internas del Centro de Reinserción Social (Cereso) Tijuana afirmó que estar en prisión es una sentencia al olvido.

Relató que hace seis años la detuvieron por el delito de “homicidio calificado” porque un menor a su cuidado en una guardería falleció.

Tiene Licenciatura en Pedagogía, era recién egresada de la universidad cuando en 2005 llegó a Tijuana y consiguió el empleo en la guardería.

Después del suceso, regresó a su natal Chiapas y ya casada y con hijos se mudó a Cancún, Quinta Roo por un empleo.

Fue en Cancún donde la arrestaron y transfirieron a Tijuana, actualmente su caso sigue en proceso.

“Tengo dos hijos, estoy casada, y pues esperando el momento para irme libre. Es difícil estar separados de la familia, de los amigos, es difícil que la vida aparentemente se para, extraño la visita de la familia, eso es lo que más extraño”, contó.

TODO CAMBIÓ

Comentó que ellas se enteraron del virus gracias a la televisión, y como en otros lados, las visitas y actividades se cancelaron por tiempo indefinido.

“Como me imagino que cambió afuera, aquí también adentro todo ha cambiado, antes al salir a las yardas eran los pasillos completos, dos horas al día, dos al siguiente, la visita familiar no había un protocolo de sanitización, y actualmente todavía no tenemos actividades con gente del exterior, la visita todavía no puede entrar ”, compartió.

Desde el 19 de marzo se suspedieron las visitas para los internos por indicaciones de la Secretaría de Salud, ahora sus familiares y amigos solo hacen fila para dejarles material para manualidades y cosas esenciales. Debido a que no pueden verse, el tiempo para hacer llamadas telefónicas aumentó media hora más.

Las nuevas reclusas deben esperar unas semanas alejadas para verificar que no estén infectadas del virus y así poder integrarse al resto de sus compañeras.

A causa del Covid-19 también pausaron visitas de psicólogos, servicios religiosos, bodas colectivas, clases y su certamen de belleza interno; actividades que retoman poco a poco.

Dentro de sus tareas, comenzaron a confeccionar cubrebocas, los cuales son repartidos entre las internas, la idea es que sea reusable y del mismo color que su uniforme gris.

Cuentan con una biblioteca, salón de clases y dos iglesias, una cristiana y otra católica. Si bien tienen espacios para sobrellevar la vida, la tristeza y desesperación que proyectan son evidentes, lo extrañan todo.

“El preso muchas veces está sentenciado al olvido, al olvido de la familia, muchas veces, de los amigos por el tiempo que uno dura aquí, procesos largos o sentencias largas, no prejuzgar, no juzgar y que el preso no quede en el olvido ya que merecemos esa segunda oportunidad al podernos reinsertar a la sociedad”, manifestó.

En Baja California hay 12 mil 386 personas privadas de la libertad, de las cuales se encuentran 313 mujeres y 3 mil 765 hombres en el Cereso Tijuana.

De acuerdo a las autoridades penitenciarias, se han confirmado 20 casos de Covid-19 entre los internos: diez en el Cereso Hongo, cuatro en Cereso Hongo II, y seis en el Cereso deMexicali.

Además se han registrado dos defunciones por la pandemia, una en Cereso El Hongo y otra en el Cereso Tijuana, que actualmente sin casos activos.

En las instalaciones de la penitenciaria implementaron distintos filtros sanitarios para todo aquel que entra.

Para ingresar al Cereso el uso de cubrebocas es obligatorio, toman la temperatura, rocían líquido desinfectante, pasan los pies por un tapete y un oficial dispensa gel antibacterial; al caminar de un aula a otra hay un filtro esperando.

Todas las mañanas son desinfectadas las áreas de comedor, salones y patio, además de que en todo momento las reclusas deben portar el cubrebocas.

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