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Cuando acecha la maldad

Habiendo desatado una experiencia espeluznante en 2017 con Aterrados, el director argentino Demián Rugna vuelve al género que domina con su obra ganadora del premio Sitges 2023, misma que deambula por un universo más obscuro y pesimista que su predecesora.

Habiendo desatado una experiencia espeluznante en 2017 con Aterrados, el director argentino Demián Rugna vuelve al género que domina con su obra ganadora del premio Sitges 2023, misma que deambula por un universo más obscuro y pesimista que su predecesora.

En una región rural de Argentina dos hermanos, Pedro (Ezequiel Rodríguez) y Jimi (Demián Salomón), después de escuchar balazos entrada la noche, deciden investigar al amanecer. Lo que encuentran es un cuerpo cortado en varias partes, las piezas esparcidas de un extraño artefacto metálico y algunos documentos en un idioma indescifrable. El hallazgo los conduce a una casa donde se encuentra un hombre “embichado” o “encarnado”, nombres que usan para quienes son presa de una especie de posesión demoniaca, en proceso de gestación.

Cuando los hermanos avistan al hombre afectado, se trata ya de una inmensa masa amorfa, invadida de supuraciones que expelen sangre y pus por todo su cuerpo. La madre y hermano del embichado esperaban al hombre que se haría cargo del problema, y que nunca llegará. Su cuerpo es el que yace en varias partes en el campo.

Así inicia el relato de Rugna, situado en una Argentina donde, con el paso de los años, ya se ha normalizado la aparición de embichados en la ciudad, cosa que en el campo, sigue siendo un evento inusual e inesperado. Hábilmente, Rugna presenta un universo aterrizado en la cotidianidad rural reconocible, permeado por una mitología lovecraftiana, cuyas reglas establecidas, sin ser explícitamente didáctico, transmite al espectador en pequeñas y escalofriantes dosis.

Existen protocolos e intendentes. Limpiadores del ministerio que son asignados para lidiar con los encarnados, cuando surgen. Salubridad resuelve. Se supone. Pero ante la desaparición del que fue enviado, el ministerio, tras su burocracia, se ha quedado en silencio. Los hermanos se ven obligados a encargarse del problema, y es justo así como éste se convierte en una verdadera pesadilla para todos los que los rodean.

Hay reglas que no se deben romper. No usar luz eléctrica, hace sombra que atrae la maldad. No lastimar a los embichados, nunca dispararles con armas de fuego. Una vez que las reglas son violadas, como consecuencia del miedo y la desesperación, la cadena de nefastos eventos es imparable. Las muertes violentas se van acumulando. Pedro y Jimi intentan salvar a su familia, pero la situación se complica cada vez más, poniendo a todos en mayor riesgo.

En cada aspecto de la producción existe el máximo cuidado, con la naturalidad como consigna esencial. Las actuaciones son impecables, brindando un nivel de plausibilidad a los acontecimientos y sobre todo amplificando la tensión hasta niveles insostenibles. La desesperación ante una situación extrema a tal grado es palpable en cada uno de los personajes y esta calidad de histrionismo en una cinta de género es escasa, casi inexistente.

Lo que logra Rugna es más cercano al cine de Romero (y sus zombies) que a cualquier otro director comercial. Expone a gente normal a eventos extraordinarios y los obliga a reaccionar. En el caso de Rugna lo que derrota a sus protagonistas es el miedo que pasa por sus mentes y almas. El miedo a no poder escapar de lo inexplicable. El miedo a no poder proteger a sus seres queridos. Ese miedo que los lleva a cometer errores, a no escuchar, a no razonar.

Olvidemos las efectivas comedias de horror de Raimi o Peter Jackson, esto es verdadero terror cósmico en la mejor peor tradición lovecraftiana. Una de las mejores películas del 2023 desde las pampas argentinas para el mundo. “Se meten en tu cuerpo, te infectan la mente…”