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El Imparcial / Columnas / Columna Tijuana

Barbie

Dirección. Greta Gerwig

Para la sorpresa de nadie, Barbie está rompiendo records de taquilla en todo el mundo, y en tándem con Oppenheimer de Christopher Nolan está reactivando las salas de cine, que se encontraban algo perdidas después de varios fracasos consecutivos.

La cinta de Greta Gerwig (que después de meses de ubicua publicidad, todos conocen su trama y momentos clave), es mucho mejor de lo que merecía ser un comercial de muñecas de dos horas. Después de un prólogo inspirado en 2001: Odisea Especial, que ilustra la llegada de la muñeca Barbie al mercado, se señala que gracias a ella, todos los problemas del feminismo e igualdad de derechos han sido resueltos… por lo menos en Barbielandia, el utópico reino de colores pastel, donde todo es perfecto y las Barbies y Kens disfrutan de la playa durante el día y bailan todas las noches.

Las Barbies mantienen el mundo funcionando felizmente, como constructoras, doctoras, congresistas…mientras que los Kens simplemente están ahí.

Un buen día, Barbie Estereotipo (Margot Robbie) comienza a tener una crisis existencial, que la hace cuestionar su propia mortalidad. Esto la lleva a aventurarse al mundo real, acompañada de Ken (Ryan Gosling), para buscar a la niña que está jugando con ella y que causa el problema. Al llegar a la realidad, en Los Ángeles, Barbie comienza a sentirse cosificada, mientras que Ken, por primera vez se siente respetado y seguro de sí mismo. Todo parece estar al revés. Greta Gerwig y Noah Baumbach (su coescritor y pareja) presentan un relato de autoconocimiento, similar al Mago de Oz, Matrix y tantas otras travesías heroicas, en que el tesoro por descubrir es uno mismo.

El guión expone realidades innegables de nuestra sociedad, así como las fallas inherentes en un paraíso feminista como Barbieland, donde todo es aparentemente perfecto y el cambio no existe. Haciendo referencia a El jardinero con suerte (Being There) de Hal Ashby, con una secuencia que incluso utiliza la misma versión disco de Así habló Zarathustra de Strauss, Gerwig deja en claro que tanto Barbie como Ken son inocentes, casi santos (como Chauncey el jardinero), sin embargo, el choque con “la realidad” los impacta y cambia de distintas formas.

Mientras que Barbie sintoniza con los sentimientos más profundos de las mujeres, Ken es corrompido por la energía masculina que domina al mundo, descubriendo el patriarcado.

Cuando Barbie encuentra a la niña que cree estar buscando, es confrontada con todo lo malo que representa el concepto de Barbie, capitalismo sexualizado, metas físicas inalcanzables, el retroceso del feminismo.

Gerwig hace muchas más referencias a Kubrick y a una larga lista de películas clásicas, desde Cantando bajo la lluvia hasta Los paraguas de Cherburgo. La fotografía de Rodrigo Prieto y un formidable diseño de producción completan a la perfección el mundo plástico y colorido de Barbie.

Las reacciones por machines heridos, que se sienten atacados por el feminismo de la cinta, no han tardado. La película les revela que ellos, no sólo son Ken, intoxicados por el patriarcado, sino que además son Barbie, viviendo en un mundo irreal, rehusándose a que las cosas cambien, porque eso resulta aterrador.

Realmente no existen buenos y malos, tanto Barbie, como Ken, están en búsqueda de su propia identidad. En el proceso Ken cae en conductas nocivas que quebrantan a todo Barbielandia.

Gracias a la ayuda de mujeres del mundo real, Barbie comprende lo que es ser mujer, con todo el peso de las expectativas y contradicciones que esto conlleva y juntas logran reparar los daños.

El mensaje de Barbie no es sólo para niñas, aunque con suerte servirá como faro para ellas, tampoco es únicamente feminista, se trata de un llamado universal a convertirse en las personas que le dan sentido a las cosas. Imaginar cosas mejores.

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