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Marcha por la democracia

Es momento de manifestarse libremente, con un solo objetivo, cuidar lo que se ha construido después de tantas luchas, nuestra democracia y sus instituciones.

Septentrión

La lucha por la democracia en México viene de lejos, Francisco I. Madero (1873-1913) fue una figura que marcó rumbo, insistió en su instauración en medio de una época y un país dominado por un caudillo, con todo en contra, logró por primera vez darle peso y valor a un lema de campaña que al tiempo se convirtió en aspiración: “Sufragio efectivo, no reelección”.

Desde el inicio de su intenso recorrido como abanderado de una corriente política que abogaba por la democracia como objetivo nacional, no se quedó en la noble intención o en la propuesta, pasó a la acción; editó un libro en 1908 donde planteaba el dilema: “La sucesión presidencial de 1910″.

Tiempo después formó un partido moderno: El Partido Nacional Antirreeleccionista, dejando atrás las formas caducas de los clubes políticos formados al calor de una personalidad o con un propósito temporal y electoral. Madero se rodeó de mexicanos preocupados por el momento político que vivía aquella nación, que había arribado a nuevos tiempos con un viejo dictador que venía de un siglo anterior, avejentado y caduco, rodeado de una clase política obsoleta que no entendió el momento político que les tocó vivir.

Fue el primer candidato que hizo campaña como las conocemos hoy, con una característica provocadora para la época, acompañado de su esposa, convirtiéndose ella en un personaje atacado por aquel régimen autoritario. Madero fue un innovador y un auténtico combatiente por la democracia, palabra que salpica sus intervenciones y da muestra de su auténtico talante social. Con el tiempo logra el éxito y conquista la Presidencia de la República.

Su ejemplo y sacrificio permanece, es hasta hoy uno de los mejores ejemplos de esa pretensión y propósito. Hoy, en pleno siglo XXI y después de una larga lucha social por lograr las aspiraciones maderistas, las cosas son preocupantes, el régimen actual intenta una restauración de aquel sistema que siguió a la Revolución y que convirtió el poder -que debía ser de las mayorías-, en la voluntad de un solo hombre con un instrumento, el partido único. Hoy 18 de febrero se convoca a una marcha con el objetivo de proteger nuestra democracia e instituciones que la salvaguardan, demostración ciudadana que intenta contener los embates de un régimen y su caudillo.

A diferencia de otros momentos históricos de nuestro País, esta convocatoria es netamente ciudadana y el ejemplo del mejor espíritu social, no hay caudillo o personaje carismático tras las concentraciones y demandas, no hay partido ni movimiento que las apadrinen, las organizaciones políticas están al margen de estas y el protagonista de estos reclamos es el ciudadano no los partidos, todo esto como el mejor ejemplo de una aspiración igualitaria, el anónimo vecino que asiste a una concentración para manifestarse libremente.

Las descalificaciones del autócrata son risibles y dan muestra de lo escaso de su entendimiento, no advierte que más allá del pensamiento único que desesperadamente intenta construir existe la diversidad de opiniones.

Seguramente abundarán los ataques y descalificaciones de parte del oficialismo, con sus calificativos que intentan ser denigratorios. Hoy se pretende una reelección indirecta, con una candidata oficialista sin propuesta propia, a la que se le impone proyecto y agenda, que viene a ser un triste instrumento de perpetuación.

Es momento de manifestarse libremente, con un solo objetivo, cuidar lo que se ha construido después de tantas luchas, nuestra democracia y sus instituciones. Nunca ha sido más vigente aquel lema: “Sufragio efectivo, no reelección”.

Joaquín Robles Linares es expresidente de la Sociedad Sonorense de Historia, colaborador en temas históricos, políticos y culturales distintos medios de comunicación. Exfuncionario cultural, actualmente dedicado a su práctica privada como odontólogo.

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