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Cocóspera

Septentrión 

El lugar es singular, por este espacio con ambientes y paisajes únicos avanza la antigua carretera a Cananea, a un costado de este camino y antes de llegar al conocido poblado se aprecia su derruida silueta. Permanece inmutable desde hace siglos resaltando los relieves de su frontispicio y el color terroso que aún conserva la antigua misión fundada en 1689 por Eusebio Francisco Kino, Nuestra Señora del Pilar y Santiago de Cocóspera.

Muestra petrificada del decidido espíritu evangelizador de aquellos incansables jesuitas. Situada al centro de aquel valle excepcional y protagonista de una vida peculiar y accidentada, convirtiéndose en un modelo de persistencia al ser reconstruida varias veces.

Muy cerca se asentaron industriosos habitantes en el antiguo Pueblo de Misión, ya desaparecido. La Misión de Cocóspera, como se le conoce actualmente, se convirtió en el umbral de la Pimería Alta y ejemplo de asimilación de aquellos antiguos sonorenses, al convertir este poblado en lugar de asentamiento de numerosas familias y de exitosa producción de frutales y granos. El lugar de residencia de Eusebio Francisco Kino fue la Misión de Dolores, no muy lejos de ahí, un lugar cercano a Cucurpe del cual desafortunadamente no queda casi nada. Al visitar estos lugares se advierte la visión del italiano y la fuerza moral y física que poseía aquel personaje.

Hoy la antigua Misión de Cocóspera se encuentra en grave riesgo, apuntalada con andamios que a duras penas alcanzan a contener su última reconstrucción realizada entre 1780-1790, al tiempo castigada por el abandono y después por el terremoto de 1887. Aún se aprecian las viejas formas arquitectónicas que revelan el estilo de una remodelación dirigida por franciscanos, los jesuitas habían sido expulsados en 1767, con todo y estos soportes en unas cuantas décadas lo único que permanecerá será un montón de tierra.

Este valle privilegiado con una biodiversidad única y sitio de esta antigua edificación se ha visto trastocado por el delirio ferroviario que se apoderó de esta administración. El proyecto original ofrecía, según se declaraba, construir un nuevo puerto de entrada a los Estados Unidos. Siempre lo nuevo despierta emoción y simpatía.

Se proponía el traslado de las vías que cruzaban Nogales, Sonora, -por el Centro de la ciudad y finalizando en la garita-, salvando a la población de las contrariedades de aquel embudo producto de la aglomeración citadina entre avenidas, vías y trenes, larguísimas filas de automóviles y una orografía accidentada.

La información disponible señala que a las autoridades norteamericanas no les interesó mover aquel nudo ferroviario. Esta vía en construcción que sale de Ímuris afectando el Valle de Cocóspera y alterando un lugar excepcional, finalmente entroncará muy cerca de donde las citadas vías se encuentran actualmente.

Para algunos, mover los rieles era un aliciente, aunque hay infinidad de populosas ciudades que conviven con vías y estaciones de ferrocarril, en las que resolvieron conflictos urbanos con obras de ingeniería en beneficio de la población, sin modificar entornos o hacer nuevas estaciones. Sería significativo conocer las razones de la negativa norteamericana.

El proyecto ferroviario sin un nuevo puerto de entrada se desvirtúa, todo esto da oportunidad de recuperar y preservar un valle excepcional, proteger su biodiversidad y recobrar aquel simbólico e histórico sitio que tiene más vigencia que nunca. Rescatar la antigua Misión de Cocóspera después de siglos de abandono sería un acto de generosidad con nuestro pasado.

La memoria es el alma de los de los pueblos y esta se encuentra entre aldeas olvidadas, muros ruinosos y valles prodigiosos.

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