Edición México
Suscríbete
Ed. México

El Imparcial / Columnas / Columna Sonora

El “poder” del ladrillo

Los sonorenses están agraviados por el desaseo gubernamental, la negligencia, la incapacidad y el descaro. Si bien, la votación fue preocupantemente baja, la expresión de los votantes frente a lo que repudian y a lo que esperan tener, sí fue muy clara y contundente.

Hemos visto la película miles de veces: Si quieres conocer realmente a una persona, dale algo de poder. La condición humana así como las construcciones sociales que nos rigen en sociedad, demuestran que esa capacidad para hacer (o deshacer), crear (o destruir), para controlar o influenciar puede llegar a ser una pócima desquiciante para quienes no estén emocionalmente estructurados para ello. Los lectores “con más primaveras en la mochila” recordarán múltiples lamentables episodios, tanto en lo nacional como en lo local… y para los más jóvenes, bueno: Ahí están los casos en los últimos doce años de las novias nuevas, las casas y autos nuevos. Están los episodios de diputados que arribaron al Congreso en taxi y se fueron en Mercedes Benz. En conclusión, trátese de un regidor suplente o de un Gobernador… el poder en las manos equivocadas puede hacer mucho daño.

Me pareció importante reflexionar sobre este fenómeno porque cada tres o seis años que se renueva la cúpula gobernante, escuchamos los mismos discursos, las ya familiares promesas de que las cosas ahora serán diferentes. Sin embargo, ciclo tras ciclo vemos cómo se repiten las tristes historias de las promesas incumplidas, los charlatanes con máscaras de redentores y los improvisados que estuvieron en el lugar y momento correcto… simple y sencillamente para robar. He dedicado los últimos trece años al trabajo alrededor de las políticas públicas que habiliten un desarrollo en capacidades entre los sectores sociales más vulnerables; ha sido un servicio público atípico, puesto que se desempeñó desde el flanco de la sociedad civil. Finalmente, después de todo este tiempo, tomé la decisión de involucrarme abiertamente a favor de un proyecto político y es de dominio público el papel que mediáticamente desempeñé en estos meses de campaña por la gubernatura. Ahí atestigüé de primera mano fenómenos -como dije al principio, tan humanos- que se desarrollan alrededor del poder (o mejor dicho, ante la expectativa de tener algo de poder): La intriga, la envidia, mediocridad maquillada, la desesperación por “estar en la jugada”… pero también identifiqué liderazgos naturales, sacrificio, idealismo y talento.

Los sonorenses están agraviados por el desaseo gubernamental, la negligencia, la incapacidad y el descaro. Si bien, la votación fue preocupantemente baja, la expresión de los votantes frente a lo que repudian y a lo que esperan tener, sí fue muy clara y contundente. De ahí el marcado interés por conocer a la gente con la que se habrá de gobernar. Coincido con la mayoría que identifica en la capacidad para elegir talento (y además: Saber dónde ubicarlo correctamente) a la gran prueba de fuego del Gobernador electo. Inequívocamente -pues así pasa siempre y en todos lados- no será una lista perfecta y libre de complicaciones, pero la clave será la adaptación y corrección. Si bien hay personas que integrarán el próximo Gobierno a quienes sólo se les conoce desde hace un año o incluso de apenas estos meses de campaña, no será culpa del Gobernador si ellos padecen el tan común síndrome del mareo sobre el ladrillo. Imagínense tanta responsabilidad, tanta expectativa y sobre todo tanta oportunidad por construir y avanzar… para tirarla al caño con soberbia, con poses, con fantasías frívolas. La mayoría votó para dejar atrás a los funcionarios que -incluso antes de llegar- pasan la charola negociando contratos o plazas. Poderosa es la promesa de que atrás quedarán los tiempos donde llegaron al poder quienes jamás podrían desempeñar una labor profesional o empresarial fuera de la política, por carecer totalmente de preparación o de talento. Creo que alguno que otro se colará en este momento inicial (pues así sucede y sucederá siempre)… pero ¿qué empresario mantendría en el negocio a un empleado que le roba?

Por eso le digo -afectuosamente- a esas personas que tendrán la responsabilidad de concretar las promesas: No se mareen, no se la crean, esto es efímero y si no… pregúntenle a quienes estuvieron en los gobiernos de Padrés y de Pavlovich. La sociedad no sólo está observando -con muy poca paciencia, por cierto- sino que hoy, a diferencia del pasado, está preparada y equipada para ser protagonista en el cambio, y lo mejor de todo es que en esta etapa de madurez política temprana en la que se encuentra, la ciudadanía se asume ya como co-responsable de lo que sucede y no permitirá que ladronzuelos o fantoches echen a perder las oportunidades. Créanme, la vara es alta; ya no es tan fácil entrar, sentarse en la sillita, hacer como que se trabaja y esconder los malos resultados. Basta voltear a ver qué está pasando en otros estados e incluso a nivel federal, para reconocer que la exigencia es real. Nada de andarse viendo -desde ahorita- como diputado, como alcalde o como Gobernador en tres o seis años más. ¡El ladrillito es implacable con los menos aptos!

Me entusiasma mucho la posibilidad de este nuevo papel que adopte la ciudadanía, dejando atrás los roles parasitarios de estirar la mano y esperar que todo caiga del cielo, prolongando las pervertidas prácticas clientelares. Bienvenida una ciudadanía sonorense proactiva, que exija pero que generosamente aporte. Nuestros tiempos y circunstancias así lo demandan.

El autor es presidente fundador de Creamos México A.C. y especialista en políticas públicas por la Universidad de Harvard. jesus@creamosmexico.org

En esta nota