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Aquí una historia de educación y empatía

Esta es una historia de educación y empatía.

Esta es una historia de educación y empatía. Es una historia que tristemente arrastra una ideología clasista y racista que a perseguido a México y a los mexicanos durante décadas. No solo en nuestro país, sino también en Estados Unidos. No solo por parte de los estadounidenses, sino de nosotros mismos como mexicanos.

Vayamos al contexto, recientemente el grupo de música regional mexicana conocido como “Yahritza y Su Esencia”, recibieron un sinfín de comentarios negativos e insultos por medio de las redes sociales al exhibirse abiertamente con su acento “pocho” y su nulo conocimiento de México, ante los medios de comunicación.

Sus desafortunados comentarios, su poco dominio del español y sus indiscutibles rasgos indígenas, levantaron pólvora en México. Reconozco que la falta de un publicista preparado les hubiera ahorrado este desagradable viaje que aún no termina.

Pero, los que estamos del otro lado del muro, los inmigrantes que nos venimos para el gabacho, vemos esa situación desde otra perspectiva. Yo misma tuve que educarme cuando emigré a Arizona ya siendo una mujer adulta y con preparación académica.

Aquí comprendí el sufrimiento de miles de jóvenes conocidos como “soñadores”, que aunque no nacieron en Estados Unidos, fueron traídos por sus padres inmigrantes desde niños, y desarraigados de su patria, obligados a crecer con el idioma inglés y con la cultura de otro país, al que por obviedad consideran el suyo, pero que en realidad ese país no los considera suyos. Nunca han regresado a México, ni pueden hacerlo porque las leyes se los impiden. Conocen a México, solo por las historias que escuchan de sus padres, que en ocasiones son muy vagas.

Hablaré de lo que conozco, Arizona, que no dista mucho de los otros estados de EEUU. Sabían que en este estado muy cercano a Sonora y Mexicali, que en otro tiempo perteneció a México, declaró ilegales las escuelas segregadas en Phoenix apenas en 1953, para explicarlo de esta forma, los alumnos morenos y que sus padres eran inmigrantes tenían que ir a escuelas construidas de adobe y con paupérrimos servicios. Solo años después a esto, existieron leyes que prohibían hablar español en las escuelas, ni siquiera podías hablarlo en los pasillos o a la hora del recreo. Los padres, para que sus hijos no fueran reprendidos, a veces a golpes por los maestros, evitaron hablar español en sus propias casas. El idioma se fue perdiendo.

Esa ley volvió a entrar en vigencia en el 2000, con la Proposición 203, una iniciativa electoral que eliminó el sistema de educación bilingüe y puso fin a la instrucción en español en Arizona. En las escuelas, el español se asociaba con marginación y vergüenza.

Sabían que legisladores conservadores en Arizona en 2012 anularon los programas de estudios mexicoamericanos en las escuelas. Los alumnos latinos nunca supieron lo que fue el Tratado de Guadalupe, mucho menos el aporte de los mexicanos en Estados Unidos. Nunca se les habló de la lucha de los activistas César Chávez y Dolores Huerta, anularon su historia y su pasado.

Estos jóvenes, al igual que Yahritza Armando y Jairo Martínez, saben de México lo que han escuchado de sus padres, quienes por lo regular son inmigrantes que llegan sin educación a laborar extenuantes horas de trabajo. Aunado a esto, también son discriminados en Estados Unidos por su color y sus raíces.

Estos jóvenes, no son de aquí, ni allá, aunque su piel grite México.

Aquí una historia de educación y empatía.

*- La autora es periodista independiente para medios internacionales.

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