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Medicina y consumismo (Segunda parte)

En la colaboración anterior titulada medicina y consumismo, hacíamos hincapié en el hecho de que la medicina de hoy no está al alcance de las clases medias, mucho menos de aquellas que viven con precariedad.

En la colaboración anterior titulada medicina y consumismo, hacíamos hincapié en el hecho de que la medicina de hoy no está al alcance de las clases medias, mucho menos de aquellas que viven con precariedad.

I. El objeto del citado escrito es motivar a los profesionales de la salud y caminar más allá del consumismo y la filosofía del tener, que ha subyugado a los profesionistas de diversas especialidades olvidándose de que el profesional de la medicina como otras tantas carreras universitarias, es un apostolado que en su momento se sustentó con las aportaciones que hace la sociedad a través del pago de impuestos.

II. Los médicos por desgracia, son muchos los que no se actualizan sobre los adelantos médico-quirúrgicos a favor de sus pacientes y es una forma de irresponsabilidad que raya en la corrupción.

III. El desarrollo de la medicina que va coaligado con el avance de diversas ciencias, pocas veces es entendido como una fase del avance social de un pueblo.

IV. La violencia que hoy asalta a nuestras comunidades debe entenderse como una enfermedad social que hay que combatir en los términos que se presenta, como una enfermedad que sirve de trasmisor de otros males sociales dejando a su paso muertos y lesionados; y comunidades temerosas de la ola de anarquía y rebelión que pone en peligro el orden y la seguridad de la sociedad.

En síntesis, podemos concluir estableciendo que vivimos en una sociedad enferma en la que el médico debe ser una parte esencial para el bienestar de las comunidades, pero desgraciadamente no juega el papel que le corresponde porque muchos médicos anteponen su bienestar personal y han hecho de la medicina un medio para enriquecerse, aún defraudando con curas falsas e intervenciones quirúrgicas innecesarias.

No hay, por desgracia, una autoridad que sancione actos de dudosa ética como lo señalamos en nuestra colaboración anterior, al participar en lo que nosotros llamamos el mercadeo de la salud.

Mientras los médicos participen de la ética consumista y utilicen su profesión para satisfacer sus apetencias de tener, difícilmente tendremos con nosotros una medicina que como profesión ayude al mejoramiento de la sociedad en una labor de apostolado a favor de quienes por desgracia, padecen de enfermedades que agobian a la salud.

Aclaramos, no proponemos sanciones rigurosas para aquellos médicos que realizan conductas cercanas al fraude, al contrario, la esperanza es que cumplan con los protocolos que vienen desde la antigua Grecia y que se han convertido en el contenido del juramento de Hipócrates.

Nota: A continuación y como cortesía de nuestro periódico, agregamos a nuestra colaboración el juramento de Hipócrates, esperando que nuestros amigos médicos no lo olviden y lo pongan en práctica sin aprovecharse de la difícil situación de un enfermo, sobretodo cuando está en riesgo la vida de las personas.

“JURAMENTO HIPOCRÁTICO.

I. Juro por Apolo médico, por Asclepio, Higía y Panacea y pongo por testigos a todos los dioses y diosas, de que he de observar el siguiente juramento, que me obligo a cumplir en cuanto ofrezco, poniendo en tal empeño todas mis fuerzas y mi inteligencia.

II. Tributaré a mi maestro de Medicina el mismo respeto que a los autores de mis días, partiré con ellos mi fortuna y los socorreré si lo necesitaren.

III. Trataré a sus hijos como a mis hermanos y si quieren aprender la ciencia, se la enseñaré desinteresadamente y sin ningún género de recompensa.

IV. Instruiré con preceptos, lecciones orales y demás modos de enseñanza a mis hijos, a los de mi maestro y a los discípulos que se me unan bajo el convenio y juramento que determine la ley médica, y a nadie más.

V. Estableceré el régimen de los enfermos de la manera que les sea más provechosa según mis facultades y a mí entender, evitando todo mal y toda injusticia.

VI. No accederé a pretensiones que busquen la administración de venenos, pesarios abortivos ni sugeriré a nadie cosa semejante.

VII. Pasaré mi vida y ejerceré mi profesión con inocencia y pureza. No ejecutaré la talla, dejando tal operación a los que se dedican a practicarla.

VIII. En cualquier casa donde entre, no llevaré otro objetivo que el bien de los enfermos; me libraré de cometer voluntariamente faltas injuriosas o acciones corruptoras y evitaré sobre todo la seducción de mujeres u hombres, libres o esclavos.

IX. Guardaré secreto sobre lo que oiga y vea en la sociedad por razón de mi ejercicio y que no sea indispensable divulgar, sea o no del dominio de mi profesión, considerando como un deber el ser discreto en tales casos.

X. Si observo con fidelidad mi JURAMENTO, séame concedido gozar felizmente mi vida y mi profesión, honrado siempre entre los hombres; si lo quebranto y soy perjuro, caiga sobre mí la suerte contraria.”

P.D. No todos los médicos han convertido su profesión en un juego mercantil, los hay serios y profesionales que trabajan a favor de los más desposeídos.

*- El autor es catedrático de la UABC.

Versión extendida del presente artículo disponible en www.elimparcial.com/mexicali.

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