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Los festejos de mayo

Estamos ya en el mes de Mayo, un mes en ésta ocasión diferente, confinados cada uno en nuestras casas, debido a la crisis de salud que estamos enfrentando. Sin embargo un mes especial, no solo por sus flores, su calorcito agradable, sino porque en celebramos dos fechas especiales que tienen mucho en común y se viven por vocación: El día de la madre y del maestro.

Estamos ya en el mes de Mayo, un mes en ésta ocasión diferente, confinados cada uno en nuestras casas, debido a la crisis de salud que estamos enfrentando. Sin embargo un mes especial, no solo por sus flores, su calorcito agradable, sino porque en celebramos dos fechas especiales que tienen mucho en común y se viven por vocación: El día de la madre y del maestro.

Y cuando seguimos nuestra vocación, nos realizamos y somos felices. ¿ Por qué ser madre es algo tan grande ? Porque es un proyecto de Dios, una vocación a iniciativa de Él, sin la cual nada podría ser posible. La maternidad es la gran posibilidad de Dios para prolongar la vida que Él mismo creó en este mundo. Las mujeres por ello, somos privilegiadas.

Si la juventud actual entendiera esta gran verdad, nuestro mundo sería completamente distinto y mejor. La grandeza y dignidad de la madre, le viene directamente de Dios como medio para crear vida. Y no solo para crearla, sino para conservarla, cuidarla, crecerla, hacer posible esa existencia desde el amor. Por eso se dice que lo más parecido al amor de Dios, es el amor de la madre.

¿Qué no hace una madre por sus hijos? Si hay escasez, se quita el pan de la boca para dársela al hijo, si lo ve enfermo, prefiere mil veces enfermar ella, con tal de ver a su hijo sano, educa buscando no solo su bien temporal sino su bien eterno, dándole las armas indispensables para que sea feliz: El respeto, la bondad, el agradecimiento, el amor a sí mismo, a los demás y a Dios, sembrando en su corazón todas estas virtudes y más. ¿Es difícil? Por supuesto, pero Dios a la madre la refuerza de paciencia, sabiduría, amor, sobre todo cuando se lo pide.

En ésta misma línea está también otra vocación igualmente importante y valiosa. Ser maestro., ser maestra. ¿Por qué? Porque al igual que la madre, al ejercerla, tiene también en sus manos el corazón de los niños, no de 3 o 5, sino de cientos de ellos. Y cuántas veces la maestra o el maestro, son quienes suplen a la madre ausente, sea por haber partido de este mundo, o como hoy sucede, por verse en la necesidad de trabajar y abandonar a sus pequeños. Ahí está entonces el cariño desinteresado de esa maestra, que ve en cada uno de sus alumnos, una continuación de sus hijos, o a lo mejor de los que nunca tuvo físicamente, pero que abriga en su corazón como lo hace una madre.

Dos vocaciones distintas, pero tan parecidas. Las dos se ejercen por amor, las dos se preparan para enseñar, viven para orientar, desgastan su vida para llenar de vida y conocimientos a sus hijos y sus alumnos, realizando en cada uno de ellos como cera blanda, verdaderas obras maestras.

Porque como afirmó un gran amigo muy querido y sabio: “Enseñar con amor, va por encima de todas las obras de arte que tanto admiramos, cuidamos y preservamos para las futuras generaciones. “ ¡Felicitaciones!

¡Mujer mexicana forja tu Patria!

* La autora es consejera familiar.

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