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Los ciudadanos sin espacios políticos

En tiempos electorales se habla mucho de los ciudadanos. Los ciudadanos son lo máximo, para todos.

En tiempos electorales se habla mucho de los ciudadanos. Los ciudadanos son lo máximo, para todos. Son una pieza clave de la democracia y de la votación en las urnas. Sin embargo, los ciudadanos en general están excluidos de todos los espacios y no son tomados en cuenta.

Especialmente por los partidos políticos. Los partidos son los primeros en excluirlos. En el caso de Morena, por ejemplo, es un partido que de manera tajante excluye a los ciudadanos y sólo considera a los grupos y las comunidades, que son tomados como “el pueblo”, versus el ciudadano. Es decir, Morena sólo apela a las masas, no al ciudadano en particular.

Esta visión es la misma que tenía el PRI de antes, el postrevolucionario. El PRI no creó ciudadanía y en su lugar agrupó a la sociedad en “sectores”. ¿Se acuerdan? El sector campesino, el sector obrero, el sector popular y hasta a los militares en algún momento. Para el PRI no había ciudadanos en la sociedad, había grupos y gremios según su lugar en la producción. Era un partido que sólo veía a las masas.

Luego está el PAN que, desde su origen, sí reivindicó al ciudadano, pero en su visión extrema se olvidó de las masas. El PAN siempre tuvo como objetivo formar ciudadanos, muy en la visión liberal de la política, un ciudadano con muchos atributos en una concepción romántica. Al final se desvió y poco a poco fue siendo atrapado en la lógica del votante.

Los partidos necesitan de los ciudadanos, y también al revés se supone, pero la lógica de los partidos es antagónica a la de los ciudadanos. Los ciudadanos buscan y votan por alguien que los represente y atienda los problemas sociales, mientras que los partidos buscan más el poder político. El objetivo de los partidos es el poder, y no necesariamente el gobierno.

Por eso en México y en todos lados se ha producido un gran desencuentro entre los partidos y los ciudadanos. Los ciudadanos están hartos de los partidos. Pero, ¿eso les preocupa a los partidos? No, para nada. Los partidos se dan cuenta del cambio e incorporan en su lenguaje la retórica de la ciudadanía, pero no los incorporan como candidatos a los puestos del gobierno.

Eso estamos viendo, por ejemplo, en los partidos de Baja California que están promoviendo a viejos personajes de candidatos, sabiendo el rechazo de los votantes. Es el caso de los partidos agrupados en el frente Fuerza y Corazón por México que está postulando a Osuna Millán para senador. Mientras Morena y su alianza están buscando a las personas más ineptas para gobernar.

Con la candidatura de Xóchitl Gálvez se ha buscado abrirles más espacios a los ciudadanos, pero es más retórica que realidad. Los partidos siguen repartiéndose el pastel entre ellos. Xóchitl está atrapada entre los partidos porque necesita de su estructura por más maltrecha que esté. Es claro que a su campaña le falta un tinte ciudadano.

Mientras esto sucede, ¿qué hacen los ciudadanos? Nada, porque no hay ciudadanos reales. Hay votantes (o electores), pero no necesariamente ciudadanos, como se entiende más rigurosamente. En su definición más precisa, los ciudadanos se caracterizan por ser individuos autónomos, conscientes y participativos en los asuntos públicos. Estos individuos no surgen de manera espontánea, se forman y se constituyen a través de largos procesos sociales.

El ciudadano real cuestiona y exige a los gobiernos, les pide cuentas, participa y es responsable, siendo un agente activo que siempre está presente. No busca cargos públicos, sino ser un agente activo que se preocupa por su entorno y el bien de la colectividad. Eso no quiere decir que no pueda ocupar un puesto en el gobierno en un momento determinado.

¿Existe este ciudadano en BC? No, por supuesto que no. ¿Cómo se explica el profundo silencio y temor frente al gobierno de Morena desde hace cuatro años? Hay inconformidad aislada y timorata. Hay grupos que se organizan para llamar a votar por una u otra opción, no para influir. Otros, desde la marginalidad, buscan la vía independiente, una salida descontextualizada totalmente. Una alternativa que no ayuda a crear ciudadanía, paradójicamente.

Hay ciudadanos que van a votar para que ya no siga Morena, pero no necesariamente porque creen en la opción que votan. Es el voto útil, que se implanta porque aquí se ha impuesto la metáfora del mercado que ofrece fruta podrida y se compra la menos podrida. Hay que dejar de votar así y exigir a los partidos, como la vía institucional, que postulen candidatos ciudadanos a cambio de nuestro voto.

Si los partidos no postulan candidatos ciudadanos hay que dejar de votar por ellos para romper, de alguna manera, el círculo vicioso en el que estamos hace ya 30 años en nuestro país votando por el menos malo.

* El autor es analista político

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