La creación de Eva: La maestría de Miguel Ángel en el techo de la Capilla Sixtina
Lo que distingue a esta obra de otras en la capilla es la curiosa representación de Dios.
La Capilla Sixtina, en el corazón del Vaticano, alberga una de las obras maestras más icónicas de Miguel Ángel: La creación de Eva (La Creazione di Eva). Esta escena, pintada al fresco, ocupa el panel central del techo de la bóveda, siendo una pieza clave dentro del ciclo que representa el origen de la humanidad según la Biblia.
Lo que distingue a esta obra de otras en la capilla es la curiosa representación de Dios. En La creación de Eva, Dios aparece como un hombre rubio, algo que sorprende al observador, ya que en las demás escenas del ciclo bíblico, su cabello y barba son grises. ¿Acaso Miguel Ángel decidió que Dios debía cambiar de imagen para este encuentro trascendental con Eva?
En esta escena, Eva emerge de la costilla de Adán, en una referencia directa al relato bíblico. La postura de Eva es casi reverencial, como si le agradeciera a Dios por su existencia, mientras él la levanta con un gesto que parece tener un toque de telequinesis divina. Adán, por su parte, yace inconsciente en el suelo, en lo que parecería ser una representación artística de una anestesia tras una “operación quirúrgica” celestial. La forma en la que Miguel Ángel captura esta escena transmite tanto la fragilidad de la creación como la majestuosidad de lo divino.
El fondo de la obra es notablemente sobrio. Miguel Ángel opta por un paisaje minimalista, con un cielo azul, una franja de mar y un prado verde, elementos que no buscan deslumbrar, sino centrar toda la atención en las figuras principales. Este tratamiento paisajístico contrasta con la luz magistral que inunda la escena, añadiendo una atmósfera celestial que enmarca la creación de Eva de manera espectacular.
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Otro elemento destacado en La creación de Eva son los cuatro Ignudi (desnudos), figuras que Miguel Ángel utiliza para dar dinamismo y movimiento a la bóveda. Estos personajes, con sus posturas retorcidas y enérgicas, parecen casi invadir los paneles vecinos, añadiendo una sensación de continuidad y vitalidad al conjunto.
A pesar de su simplicidad paisajística, esta obra resalta la maestría de Miguel Ángel para representar lo divino y lo humano en un equilibrio perfecto. La creación de Eva no solo es una obra clave dentro del ciclo de la Capilla Sixtina, sino también una de las representaciones más poderosas del mito del origen de la humanidad.
Con información de HA!
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