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¿Qué hace realmente un director de orquesta?

El papel del director se desarrolla en dos funciones fundamentales: liderazgo técnico y expresivo.

En los últimos años, la pantalla plateada ha sido testigo de un aumento de películas dedicadas al intrigante mundo de los directores de orquesta. Desde "Tar", basada en la vida de Marin Alsop, hasta próximos estrenos como "Divertimento", que destaca a Zahia Ziouani, y "Maestro", un viaje carismático a la vida de Leonard Bernstein; estas películas arrojan luz sobre las figuras enigmáticas que se encuentran al frente de las orquestas sinfónicas.

Desde 1836, el compositor y crítico musical Robert Schumann apodó a los directores de orquesta como un "mal necesario", envolviéndolos en una mística que aún cautiva al público hoy en día. Pero, ¿cuál es exactamente la contribución de un director de orquesta a la sinfonía de sonidos cuando no tienen un instrumento y no emiten notas?

El papel del director se desarrolla en dos funciones fundamentales: liderazgo técnico y expresivo.

El Imparcial: imagen de artículo

Manteniendo el Tiempo

Observar a un director durante una actuación revela su primera función crítica: mantener el ritmo de la pieza. En el siglo XVI, los músicos se basaban en golpes de manos o pies para llevar el tiempo. Sin embargo, las orquestas del siglo XVIII asociadas a Haydn y Mozart no requerían un director debido a su menor tamaño, ritmos consistentes y la participación continua de los músicos.

El siglo XIX, marcado por la influencia de Beethoven, presenció la emergencia de la necesidad de directores. Orquestas más grandes, roles variados para los instrumentos y orquestaciones complejas exigían ensayos formales. Un director, sosteniendo la partitura completa, se volvió indispensable para sincronizar entradas, ritmo y tempo, proporcionando una visión panorámica que los músicos carecían.

Estilo Único: Liderazgo Expresivo y Artístico

La segunda función del director gira en torno al liderazgo expresivo y artístico. Mientras la notación musical transmite instrucciones específicas, falla en capturar el impacto completo de una pieza. Las anotaciones de Gustav Mahler ejemplifican esta apertura, permitiendo a los directores interpretar y dar forma al carácter de una pieza. Con libertad interpretativa, los directores crean versiones personales, evidentes en las distintas interpretaciones de la Obertura Coriolano de Beethoven por Karajan, Fürtwangler y Savall.

El Líder del Grupo

Más allá de la interpretación, un director enfrenta la monumental tarea de persuadir a una multitud de músicos para alinear sus actuaciones con una intención expresiva unificada. El liderazgo aquí se extiende más allá del tempo para incluir volumen, fraseo y detalles matizados. Abundan las anécdotas históricas de directores autoritarios como Toscanini, von Karajan y Abbado.

En la era contemporánea, los músicos tienen más influencia, las orquestas abrazan la diversidad y el liderazgo adopta una forma más colaborativa y persuasiva. Directores ejemplares como Gustavo Dudamel, Kirill Petrenko y Klaus Makkela no solo aportan destreza técnica, sino que también crean entornos que fomentan el crecimiento artístico y la motivación dentro de las orquestas.

Mientras la batuta continúa guiando sinfonías a través del tiempo y el espacio, los directores de orquesta persisten como guardianes de la expresión musical, trascendiendo el mero papel de cronometradores para convertirse en arquitectos de paisajes sonoros.

Artículo original publicado en The Conversation

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