Plátano transgénico

CRITERIO

La producción mundial de alimentos se verá en mayores aprietos si no se beneficia del auxilio de la biotecnología toda vez que la escasez de agua, la resistencia de los insectos y microbios devastadores y fallidas políticas económicas e ideológicas se suman entre sí para entorpecer la necesaria producción alimentaria. Un precedente ejemplar de cómo la tecnología influyó positivamente en esto fue la aplicación de estrategias de selección de variedades, optimización del uso del agua de riego y la protección contra plagas tuvo un salto de éxito; simplemente recordar cómo en la India la adopción de la llamada Revolución Verde, una vez vencida la intensa oposición burocrática local que enfrentó, logró elevar 10 veces la producción de arroz en la región de Punyab en los años 60 del siglo pasado mientras ese enorme y poblado país asiático atravesaba un agobiante déficit alimentario.

Por cierto, la citada Revolución Verde fue concebida en Sonora, concretamente en el Valle del Yaqui, por allá en los años 40 bajo el liderazgo del doctor Norman Borlaug (1914-2009), científico agrónomo y genetista vegetal norteamericano cuyo nombre llevan, por cierto, algunas calles de ciudades sonorenses. La evolución de la agricultura mundial sería impensable sin la traslación de los avances científicos y tecnológicos. En la actualidad la optimización de la producción por área de cultivo, por volumen de agua y por selección de propiedades nutricionales y de resistencia a las plagas ha sido posible, en gran medida, gracias a la producción transgénica, es decir, a la modificación de los genes que definen todas las propiedades de una planta y sus frutos.

Por primera vez en la historia de la legislación y regulación agrícola se aprobó, hace apenas nueve días, la producción de plátano transgénico, concretamente en la región de Queensland en Australia, país productor a gran escala de ese fruto, y fue así porque esa planta es muy susceptible de ser atacada por un hongo, que es la peor amenaza a la producción bananera mundial, pues ataca especialmente a la variedad Cavendish, la cual representa, por cierto, casi la mitad (45%) de la producción global de plátano. Este microbio es devastador, pues impide a la planta nutrirse, ya que “bloquea” el acceso de los ingredientes que toma del suelo y es allí, precisamente en el suelo, donde vive el hongo.

Es tal la agresividad de la enfermedad -llamada “Panama Tropical Race 4″ o TR4- que en Centroamérica rocían los cultivos de plátano hasta 60 veces al año para controlar la actividad del bicho.

Fueron 20 años de labor los que los científicos de la Universidad de Queensland trabajaron hasta lograr la introducción de un gen al código genético de la planta, y ese gen le confiere resistencia contra el hongo.

La variedad de plátano en cuestión, conocida como QCAV4, es el primer plátano genéticamente modificado (transgénico) del mundo. Las dependencias oficiales de agricultura y los plataneros del mundo están con los ojos y oídos atentos al tema, pues esta fruta es una opción económica y de buena calidad nutricional y no debe permitirse el lujo de verse afectada en su disponibilidad y precio.

El equipo de científicos subraya que el consumo de esta variedad transgénica no representa ningún riesgo a la salud humana.

PERSONAS DIMINUTAS

La Suprema Corte del Estado de Alabama, en los Estados Unidos, reconoció hace cuatro días, y por votación 8 a 1, que los embriones congelados son seres humanos, niños no nacidos (”unborn children”), y como tales deben cuidarse, tratarse y no ser destruidos; esto tiene un sólido fundamento científico, ontológico, antropológico y constitucional. La decisión ha aturdido a las clínicas de fecundación artificial in vitro y otorgó el derecho a madres y padres que protestan por la eliminación de sus hijos embriones.

Médico cardiólogo por la UNAM. Maestría en Bioética.