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Independencia

Somos lo que Hacemos

¿Cambiaría nuestro sentir si Miguel Hidalgo fuera desmitificado y se le estudiara como el hombre de carne y hueso, lleno de virtudes y defectos, mujeriego, culto, provocador y cruel como el que más al haber ordenado las matanzas de españoles en Guanajuato y Guadalajara? La noche del 15 de septiembre nada sucedió, no hubo ni repicar de campanas ni palabras encendidas al amparo del estandarte de la virgen de Guadalupe, es más, el domingo 16 todos los habitantes adscritos a la parroquia de Dolores fueron, tal y como lo marcaban los cánones, a escuchar misa muy temprano. La revuelta de la Independencia fue un movimiento armado que procuraba el reconocimiento a Fernando VII, motivado principalmente por ser contrario a la libertad de culto promovida por los franceses que recién habían dominado a España. Fue un movimiento que nunca superó el pequeño triangulo comprendido entre Guanajuato, Estado de México y Jalisco; todos sus iniciadores o estaban presos o habían sido ejecutados menos de un año después de haber iniciado con el movimiento. Relevante es saber que el Cura Hidalgo no tuvo la estatura intelectual para saber que un horda de desarrapados, sin estructura ni la base de un código miliar no sería jamás capaz de hacer un movimiento exitoso en contra del gobierno establecido. Por el contrario, no fue sino en la figura de José María Morelos y Pavón, hombre bragado, duro, aquejado por migrañas fortísimas que le dieron temple y nublaron su razón en más de un sentido, que se logró plasmar la independencia de la América Septentrional en “Los Sentimientos de la Nación”, su lectura es obligada; pobre hombre atormentado por sus ideas libertarias, pero promotor de la esclavitud de culto. Lastimosamente Morelos delató la ubicación de los insurgentes antes de ser ejecutado. Resulta increíble conocer que el hijo de Morelos, Juan Nepomuceno Almonte, presidió la comitiva que viajó a Miramar a ofrecerle la corona mexicana a Maximiliano; México es la suma de muchas inconsistencias. La necesidad de contar con una historia que diera sustento al régimen postrevolucionario impulsó la creación de mitos encaminados a procurar en la sociedad un sentimiento nacionalista, por ello la construcción de la mitología de los Niños Héroes de Chapultepec, el ensalzamiento del movimiento de Juárez, el mexicano más universal, que terminó haciendo de la Reforma el parto necesario de nuestro país hacia la modernidad, quintándole a la Iglesia el carácter de regulador de la vida nacional. El presidente López Obrador basa su lógica política en la del siglo pasado, por ello su movimiento enaltece las “tres transformaciones” previas al suyo: Independencia, Reforma, y Revolución-Movimiento Cardenista, para dar pie a la cuarta transformación que dice encabezar y que, al igual que el PRI, apela al desconocimiento de nuestra historia procurando el adoctrinamiento de nuestra gente; total, al amparo de gritar el nombre de los héroes que nos dieron patria y libertad, cualquier mexicano que no lo siga podrá ser llamado traidor, o lo que es lo mismo conservador y neoliberal. México se fundamenta en millones de héroes, ciudadanos de bien que cada día procuran no sucumbir ante tanta estupidez y cinismo de nuestros políticos de cuarta; somos la fusión de razas, ideas, creencias, prejuicios y contradicciones. Somos hijos de la chingada, la Malinche, y a su vez fervorosamente guadalupanos; somos un devenir histórico en búsqueda de una identidad propia. *El autor es empresario, ex dirigente de la Coparmex Mexicali

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