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Actitud más drástica

Por el derecho a la libertad de expresión.

Por el derecho a la libertad de expresión.

No cabe duda de que, tratándose de las mujeres, cualquier movimiento que hagamos lo hombres será para perjudicarlas. Por ejemplo, en Alabama, un estado del Sur de los Estados Unidos, se creó una ley prohibiendo el uso de casi cualquier forma de aborto, y fue firmada por el Gobernador republicano, Kay Ivey. La medida amenaza a los doctores practicantes de abortos con cerca de cien años de prisión, a menos que la vida de la mujer esté en serio peligro de muerte. No hace esta ley ninguna excepción en los casos de violación sexual o de incesto. Ahora se esperan acciones para desafiarla en la Suprema Corte, porque tendría efectos legales dentro de seis meses. Aunque se tiene la seguridad de que en otras cortes se buscará bloquearla.

Aunque en lo personal no apoyo el aborto en general, si creo que, en ciertas circunstancias e injusticias, la mujer debería tener la opción libre de decidir si considera la opción de abortar. De la misma manera, debería de ser preponderante la vida de la madre sobre la del feto, si ésta estuviera en peligro. También debería de ser un privilegio de la mujer tomar esta decisión cuando el embarazo sea producto de una violación sexual o de incesto. En Baja California y después a niveles nacionales e internacionales, se discutió el caso de Paulina – niña que fue violada y embarazada- en cuyo procedimiento legal se adoptó una posición represiva en contra de ella, olvidando al sujeto agresor quién no sufrió grandes castigos excepcionales por su delito.

En las últimas décadas en México, las injusticias contra las mujeres han sido el pan de cada día. En alguno caso cuando experimentaron abortos espontáneos, los actos injustos de nuestras legislaciones las llevaron a purgar condenas de cárcel. El doble castigo que reciben al perder a sus hijos y al ser encarceladas, es exacerbado por la propia sociedad que las llamó asesinas, mata niños o cualquier otro insulto que les restregaron en la cara. Ellas sin armas para defenderse, pasaron a ser discriminadas y agredidas dentro de las mismas cárceles.

Pero claro que, según la persona, su posición económica o su relación con los grupos de poder político o la alta burguesía, será el trato que se les dé. Los únicos casos que se conocen de delitos contra la mujer o de acciones judiciales en perjuicio de ellas, son los que suceden en la clase baja o el proletariado. Las demás, parece que no tienen este tipo de problemas.

Seguimos siendo una sociedad machista que mira a la mujer como un objeto sexual que se usa y se abandona. A esta situación anómala ancestral ahora hay que agregarle la saña y el odio con el cual se cobran cuentas personales los homicidas de mujeres o feminicidas. Mientras que los cobardes feminicidas las violan, las torturan, las asesinan cuando están atadas y con lo ojos vendados para después tirarlas en basureros, intentado con esto incrementar su desprecio; los legisladores crean leyes abusivas y crueles, para castigarlas. Ojalá fueran así de rectos cuando las involucradas en este tipo de hechos son sus hijas, hermanas o demás familiares. Entonces tuercen las leyes y se olvidan de la justicia. Los legisladores tienen la constante de ser hipócritas. Vale.

* El autor es Lic. En Economía con Maestría en Asuntos Internacionales por la UABC.