AMLO: Militarización dosificada
El presidente López Obrador llega hoy a Baja California, concretamente a Tijuana, considerada la ciudad más violenta del país, en una visita de “pisa y corre” como se dice en términos beisboleros.
El presidente López Obrador llega hoy a Baja California, concretamente a Tijuana, considerada la ciudad más violenta del país, en una visita de “pisa y corre” como se dice en términos beisboleros.
El propósito será, según ha trascendido, poner en marcha un programa para reducir los índices de violencia que se han incrementado exponencialmente en los últimos años y que se ha recrudecido en esa ciudad, así como en Mexicali, la capital..
El presidente llega a un Estado en el que la seguridad es una tarea pendiente, una tierra en la que en lo que va de su sexenio (1,105 días) han muerto de manera violenta alrededor de 8,800 personas, de las poco más de 107 mil asesinadas en el país.
El presidente llega a un Estado en el que las emboscadas y asesinatos contra policías municipales y estatales ya forman parte de la crónica diaria y en la que las masacres de familias completas, padres, hijos, hermanas, tíos, abuelos, se ha convertido en parte del reporte diario.
El presidente llega a una Baja California donde los únicos organizados son los delincuentes y en los que las policías de los diversos niveles de gobierno no se ponen de acuerdo ni siquiera para utilizar la misma frecuencia de radio. Vaya, ni siquiera despacha un Fiscal General.
El presidente llega una entidad en la que prevalece el encono entre los que se fueron y los que llegaron a gobernar el Estado. Donde unos no quieren irse para protegerse la espalda y otros no logran despojarse de gratitud y compromisos para cumplir su responsabilidad con la actual gobernadora.
El presidente llega a una Baja California polarizada por discursos viscerales de políticos que acusaron de ladrones y exhibieron públicamente a quienes no se plegaron a extorsiones y amenazas oficiales, pero que presumen estar muy cerca de sus afectos.
El presidente llega a un Estado, como muchos más de la República, sumido en la desesperanza, dolido por la impunidad, agraviado con los gobiernos panistas, desesperado al ver que los actuales siguen el mismo camino, y con mies de pobres, adultos mayores, jóvenes y niños, que lo apoyarán, adorarán e idolatrarán, mientras siga regalándoles becas, dinero y despensas.
El presidente llega a una Baja California donde la mayoría de sus ciudadanos son gente buena, de trabajo, honesta, emprendedora y, aunque no le guste, “aspiracionista”, porque buscan y anhelan legítimamente una mejor vida para ellos y sus hijos.
El presidente llega a una Baja California en la que la impunidad prevalece, en la que la propaganda oficial se centra en un corazón por delante, de la risa, la fiesta y la alegría, del claquetazo y el abrazo, mientras los delincuentes, con inocentes en medio, se agarran a balazos.
El presidente llega hoy a Baja California acompañado de su gabinete de seguridad, para repetir lo que ha ofrecido a lo largo y ancho del país, como lo hizo antes en Jalisco, Zacatecas, Guanajuato y Nayarit: Más presencia del Ejército, la Marina y la Guardia Nacional, más cuarteles, más recorridos, más, más y más.
El presidente llega hoy a Baja California a seguir con su ejercicio sistemático, metódico, lento e inexorable… la militarización del país. Eso sí, dosificada como para que no se note. A eso viene López Obrador, a seguir en campaña, no a resolver problemas como no ha solucionado lo de los carros “chuecos”.
Porque la violencia, sin estrategia y sin inteligencia en contra, continuará.
* El autor es periodista con 45 años de experiencia, licenciado en periodismo, asesor en comunicación y marketing político, consultor de medios.
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