La Central Avionera de Tijuana II
Tijuana presume un aeropuerto conectado con todo México. Pero hay una verdad que nadie quiere decir en voz alta: es tal vez el peor aeropuerto del país en conectarse con su propia ciudad.

Tijuana presume un aeropuerto conectado con todo México. Pero hay una verdad que nadie quiere decir en voz alta: es tal vez el peor aeropuerto del país en conectarse con su propia ciudad. Y lo digo con dolor, con mucho coraje y con la responsabilidad de haber sido testigo, una y otra vez, del sufrimiento de miles de pasajeros abandonados a su suerte entre el caos vial, la desinformación, el miedo y el abuso.
No es exageración: lo que hoy ocurre a las afueras del Aeropuerto Internacional de Tijuana es una vergüenza nacional y un atentado contra la dignidad humana: familias con niños, adultos mayores, personas con discapacidad… todos obligados a caminar bajo el sol o la lluvia, cargando maletas, sorteando coches, cruzando avenidas rápidas, sin banquetas, sin paradores, sin una señal clara, sin la más mínima protección. ¿Esto es un aeropuerto internacional?
No lo es. Es una emboscada con tufo a práctica criminal.
¿Cómo es posible que, en pleno 2025, una ciudad como Tijuana no pueda conectar dignamente su sistema de transporte público con su principal puerta de entrada y salida? ¿Cómo es posible que choferes y usuarios de Uber o Didi sigan siendo tratados como delincuentes, perseguidos por una horda de taxis intocables, mientras la Guardia Nacional —¡la Guardia Nacional!— se dedica a cazar conductores en lugar de proteger ciudadanos?
La realidad es una: los intereses mafiosos se han apoderado de la conectividad terrestre del aeropuerto. Lo han hecho a la vista de todos. Han capturado las decisiones, han corrompido los accesos, han secuestrado el derecho de elegir cómo moverse y hasta cuánto y cómo cobrar. Y lo más grave: han puesto en peligro vidas humanas.
¿Qué estamos esperando? ¿Que un niño sea atropellado cruzando la Vía Rápida? ¿Que una familia entera sea arrollada por buscar un Uber entre los conos naranjas? ¿Que un pasajero de edad muera por un infarto después de empujar sus maletas durante largas distancias bajo el sol? Eso no es transporte. Eso es violencia. El crecimiento del aeropuerto ha sido monumental, sí. Pero su desconexión con la ciudad es ya una tragedia anunciada.
Hoy no escribo con entusiasmo ni con esperanza como suelo hacerlo. Hoy escribo con coraje porque lo que está pasando en el Aeropuerto Internacional de Tijuana no es un simple descuido urbano, es una traición al ciudadano, es una herida abierta en el corazón de nuestra frontera.
El Aeropuerto Internacional de Tijuana opera bajo una concesión federal, no es suyo, es del pueblo. Y cada pasajero paga religiosamente el TUA, ese impuesto por usar las instalaciones. ¿De qué sirven unas instalaciones como las que tenemos si al llegar o salir hay abandono, riesgo y abuso?
Hago un llamado desesperado, no sólo político o administrativo, sino humano y moral a quien aún conserve un mínimo de vergüenza: pongan orden, conecten nuestro aeropuerto con nuestra ciudad, rompan con las mafias, protejan la vida, respeten al ciudadano, respeten al pasajero y respeten a Tijuana.
- *- El autor es Director de Testa Marketing, investigación de mercados.
Sigue nuestro canal de WhatsApp
Recibe las noticias más importantes del día. Da click aquí