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El Imparcial / Sonora / Batuc

Los recuerdos llegan cuando baja el nivel del agua

Cada año el nivel del agua en la presa El Novillo baja y pueden apreciarse las ruinas de San José de Batuc.

HERMOSILLO.- Al pasar por el bulevar Vildósola en la colonia Villa de Seris la mayoría de los visitantes admira la belleza del frontispicio de la iglesia en de la Plaza de los Tres Pueblos, pero para los habitantes de Suaqui, Tepupa y Batuc representa parte de su historia y legado.



Como cada año el nivel de la presa El Novillo baja y deja al descubierto las ruinas de algunas casas, pilas, lavaderos así como la imponente iglesia de San Francisco de Batuc.

Al bajar el nivel del agua es como si el pueblo "reviviera".

Fue en el año de 1964 cuando la familia de Luis Velázquez Encinas y decenas de personas abandonaron sus hogares, ya que la presa inundaba algunos pueblos , para darle paso a la construcción de una obra hidroeléctrica.



“A los 8 años salí del pueblo, recuerdo que era muy próspero y bonito, la gente no quería dejar sus casas fue muy duro para las familias y mis padres me contaron que hubo personas que hasta que el agua estaba frente sus hogares salieron”, expresó Luis Velázquez.

Cuando baja el nivel del agua en la presa del Novillo, la gente aprovecha para disfrutar de la hermosa vista y recordar lo que alguna vez fue la iglesia.



A DOS HORAS



A dos horas de la capital sonorense se encuentra este lugar cargado de historia y leyendas desde avistamientos de espíritus hasta grandes tesoros escondidos en ollas de barros o entre las ruinas, por lo que se ha convertido en sitio turístico.

La iglesia ha soportado el Sol, el agua , fue construida de cantera con ayuda de pobladores y de padres Jesuitas, se niega a caer y el frontispicio de esta se encuentra en Hermosillo como un homenaje a los pueblos ahogados”, manifestó Samuel Acosta 

El panteón de Batuc emerge al bajar el agua.

Los pobladores de los tres pueblos que quedaron bajo el agua establecieron nuevos asentamientos cercanos a la presa y otros emigraron a ciudades, pero todos recuerdan con orgullo sus raíces y cuenta la historia de cómo estos prósperos pueblos quedaron bajo el agua.

Luis Velázquez camina con sus nietas en las ruinas de Batuc.

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