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Élites económicas al rescate de Sonora

...existe una paradoja que seguimos sin resolver: Sonora genera riqueza, pero no logra retenerla ni transformarla sistemáticamente en ciudades fuertes, competitivas y resilientes.

Javier  Villegas Orpinela

Efecto Multiplicador

Sonora es un Estado que ha sabido generar riqueza; la ha producido desde la minería, la agroindustria, el comercio, la manufactura de exportación y, más recientemente, desde la integración a cadenas globales vinculadas al “nearshoring”.

Sin embargo, existe una paradoja que seguimos sin resolver: Sonora genera riqueza, pero no logra retenerla ni transformarla sistemáticamente en ciudades fuertes, competitivas y resilientes.

En distintas regiones del mundo, las ciudades que prosperaron lo hicieron no sólo por atraer inversión, sino porque las familias y empresas que se enriquecieron gracias a esas ciudades decidieron anclar su capital al territorio. Invirtieron en universidades, infraestructura, talento, innovación y planeación urbana. Entendieron que una ciudad sólida protege su patrimonio y multiplica sus oportunidades.

En Sonora, ese círculo virtuoso ha sido incompleto.

No se trata de señalar familias ni de cuestionar decisiones legales. Es legítimo que cualquier empresario diversifique su patrimonio y busque estabilidad financiera.

El problema económico aparece cuando esa diversificación se convierte en sustitución total de la inversión local; cuando el capital que nace en Sonora decide resguardarse casi exclusivamente fuera, mientras las ciudades que lo hicieron posible enfrentan rezagos estructurales.

Los resultados están a la vista en comunidades sonorenses con actividad económica, pero sin densidad productiva; municipios con empleo, pero sin infraestructura suficiente; territorios con potencial, pero sin proyectos de largo plazo.

Hermosillo, Ciudad Obregón, Nogales, Guaymas-Empalme, Navojoa y San Luis Río Colorado concentran la mayor parte de la actividad industrial y logística del Estado.

No obstante, siguen arrastrando carencias en planeación, movilidad, disponibilidad de suelo industrial, formación técnica, gestión del agua y gobernanza económica. No porque falte dinero en Sonora, sino porque ese dinero no se recicla localmente de manera estratégica.

Esta realidad cobra especial relevancia hoy, cuando la tercera ola del “nearshoring” coloca a Sonora en una posición privilegiada. El riesgo es claro: Si el capital -local y foráneo- llega, produce y se va, sin construir ciudad, el “nearshoring” será sólo una ‘bonanza pasajera’.

GOBIERNO VS. POTENTADOS

La experiencia internacional muestra que las regiones que no logran vincular riqueza privada con desarrollo territorial terminan dependiendo exclusivamente del gasto público, con resultados limitados y frágiles. Ningún Gobierno, por más recursos que tenga, puede sustituir una élite económica comprometida con su territorio.

Es un hecho que la solución no pasa por discursos moralizantes ni por confrontación. Tampoco por coerción. Pasa por algo más complejo y más serio que es la de crear condiciones para que invertir en Sonora sea rentable, seguro y atractivo en el largo plazo.

Proyectos urbanos bien estructurados, planeación, certeza jurídica, alianzas público-privadas reales y una visión compartida de ciudad.

A esto se le llama capitalismo territorial inteligente: Cuando la riqueza privada entiende que quedarse, reinvertir y construir territorio no es un acto de altruismo, sino una decisión económica racional.

Si queremos ciudades fuertes, competitivas y capaces de aprovechar el “nearshoring”, necesitamos algo más que inversión externa: Necesitamos que la riqueza que aquí se genera decida, también, quedarse aquí.

La evidencia internacional muestra que las ciudades que no logran retener ni reciclar su riqueza local tienden a estancarse económicamente, depender de transferencias públicas, perder competitividad frente a ciudades con élites ancladas, fracasar en atraer inversión de largo plazo.

En contraste, donde las élites económicas reinvierten localmente, se observa una mayor densidad empresarial, mejores universidades y centros técnicos, infraestructura urbana moderna, resiliencia ante crisis.

2026: AÑO DE DEFINICIÓN

El año nuevo que empieza pasado mañana no será uno más para Sonora, será un año de definición.

O el Estado convierte la coyuntura del “nearshoring” en una reactivación económica real y sostenible, o confirma un patrón histórico de crecimiento parcial, es decir, inversión que llega, produce y se diluye sin transformar ciudades ni elevar productividad.

La reactivación verdadera no se mide en anuncios, sino en capacidad instalada, empleo de calidad, productividad urbana y fortaleza territorial.

Así que en el 2026 la reactivación económica de Sonora no dependerá de factores externos, sino de decisiones internas.

El “nearshoring” abre la puerta, pero sólo la política económica seria permite cruzarla.

Nuestro Estado necesita menos ideología y más ejecución; menos discursos y más resultados; menos dependencia y más proyecto de ciudad.

La ventana sigue abierta, pero no lo estará para siempre.

El 2026 debe ser el año en que Sonora deje de reaccionar y empiece a construir desarrollo.

Javier Villegas Orpinela es presidente del Colegio de Economistas de Sonora, director de Correo y Telegrama y profesor en el Departamento de Economía Unison.

jvillegas@correorevista.com

Twitter: @JvillegasJavier

Facebook: Javier Villegas Orpinela

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