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Otra oportunidad

Dios es exactamente así con nosotros: cuando erramos, nos arrepentimos y vamos hasta Él… siempre nos da otra oportunidad.

José  Martínez Colín

VOZ DEL PAPA

1) PARA SABER

“La curiosa paradoja es que cuando me acepto a mí mismo, puedo cambiar” (Carl Rogers). La conversión comienza al reconocer nuestra fragilidad. Alguien no empieza a cambiar hasta que llega al fondo y palpa su debilidad. El papa León XIV muestra la actitud de los apóstoles en una escena dramática de la Última Cena: cuando Jesús anuncia que uno de los presentes está a punto de traicionarlo.

Jesús no levanta la voz ni señala con el dedo a Judas. Eso hace que los apóstoles se pregunten: “¿Acaso seré yo?” Son sinceros y reconocen su fragilidad, pero querían amar. Con esta conciencia, entonces se inicia el camino de la salvación.

2) PARA PENSAR

Un hombre ya avanzado en edad, muy rico en bienes, tenía un único hijo, su heredero. Pero su hijo no trabajaba, sólo le gustaba hacer fiestas, estar con amigos y ser adulado por ellos.

Su padre le advertía que esos supuestos amigos sólo lo seguían por el dinero, pero cuando no lo tuviera lo abandonarían. Un día, el viejo padre preparó una horca en su establo y una placa que decía: “Nunca Desprecies las Palabras de tu Padre”. Luego llevó a su hijo hasta ahí y le dijo:

“Hijo, yo estoy viejo, moriré y tú te encargarás de todo... Yo sé cuál será tu futuro: no vas a trabajar y gastarás todo el dinero con tus amigos, que se apartarán de ti cuando se acabe. Entonces te arrepentirás amargamente por no escucharme. Esta horca ¡es para ti! Prométeme que cuando quieras quitarte la vida, te ahorcarás en ella”.

El joven se rió, pensó que era un absurdo, que nunca sucedería, pero lo prometió. El tiempo pasó, el padre murió. Y como su padre previó, el joven gastó todo, perdió a sus amigos y hasta su dignidad. Desesperado reflexionó: “Ah, padre mío... he sido tonto. Si te hubiese escuchado. Pero es demasiado tarde”. Apesadumbrado fue al establo. Vio la horca y dijo: “Nunca obedecí a mi padre, pero al menos cumpliré mi promesa...” Subió a un banco, se colocó la cuerda en el cuello, y pensó: “Ah, si tuviese una nueva oportunidad...”

Tiró el banco, la cuerda apretó su garganta... Sin embargo, el brazo de la horca era hueco y se quebró fácilmente, cayendo el joven al piso. Sobre él cayeron joyas, esmeraldas, rubíes, zafiros y muchos brillantes... La horca estaba llena de piedras preciosas. Y cayó una nota: “Esta es tu nueva oportunidad. ¡Te amo mucho! Con amor, tu viejo padre”.

Dios es exactamente así con nosotros: cuando erramos, nos arrepentimos y vamos hasta Él… siempre nos da otra oportunidad.

3) PARA VIVIR

Jesús se sienta a la mesa con los suyos, no renuncia a partir el pan incluso para quien lo traicionará; sigue fiándose de nosotros. Si renegamos de su amor, entonces nos autoexcluimos de la salvación. Pero si reconocemos nuestra fragilidad y nos dejamos tocar por su amor, entonces podemos nacer de nuevo y empezar a vivir ya no como traidores, sino como hijos siempre amados.

En el fondo, esta es la esperanza, dice el Papa: saber que, aunque podamos traicionar, Dios nunca nos falla ni se escandaliza de nuestras faltas ni nos abandona.

Ante el pecado siempre encontramos su misericordia.

Pidamos al Señor un corazón humilde que reconozca sus faltas, pida perdón, para empezar de nuevo con la certeza de sabernos infinitamente amados por Él.

José Martínez Colín es sacerdote, ingeniero (UNAM) y doctor en Filosofía (Universidad de Navarra)

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