¿Dueño o algoritmo?
La IA no viene a sustituirte. Viene a exponerte. A revelar si realmente tienes claridad sobre tu rol de dueño.

Mientras lees esto, miles de empresarios están cediendo silenciosamente el control de sus empresas a algoritmos que no entienden.
La diferencia entre un CEO y un dueño nunca había sido tan crítica. El CEO diseña, optimiza y ejecuta. El dueño define el propósito, elige los mercados y decide qué vale la pena construir, o destruir. Esta distinción no es semántica, es existencial. En la era de la Inteligencia Artificial (IA), ser CEO te hace reemplazable. Ser dueño te hace indispensable.
Cuando Satya Nadella apostó 10,000 millones de dólares en OpenAI, no estaba comprando software. Estaba ejerciendo Dueñez en su máxima expresión definiendo el futuro de Microsoft, no desde la eficiencia inmediata, sino desde la visión de donde estaría el poder en la próxima década. No delegó esta decisión a ningún algoritmo predictivo, porque entendió que el futuro no se predice, se crea.
Paul Polman en Unilever hizo algo similar cuando integró la IA no para cortar costos, sino para redefinir el propósito de cada marca en su portafolio. Los algoritmos analizaban data, pero era Polman quien decidía la pregunta fundamental ¿Por qué debe existir esta marca en el mundo? Las que no tenían respuesta clara, simplemente desaparecían. No optimizó lo existente, está redefiniendo lo posible.
Contrasta esto con los miles de empresarios que invierten en IA solo para automatizar lo trivial. Chatbots que responden correos, algoritmos que generan informes que nadie lee, dashboards que muestran métricas de vanidad. Usan Ferrari para ir a la esquina, mientras su competencia rediseña las carreteras.
La verdadera potencia está en usar la IA como amplificador cognitivo. No como herramienta, sino como socio estratégico que cuestiona tus premisas, expone tus puntos ciegos y eleva tu capacidad de decisión. Es la regla del 108010, el 10% inicial es tu visión estratégica, el 80% es el procesamiento que realiza la IA, y el 10% final es tu criterio aplicando contexto y enfocándote en lo relevante. Sin ese input inicial y final, cedes tu Dueñez.
Ya se está abriendo una brecha cognitiva en el mercado. Un pequeño porcentaje de dueños está construyendo sistemas sofisticados que multiplican exponencialmente su capacidad estratégica, creando ventajas imposibles de alcanzar para quienes ven la IA como mera automatización. No es una brecha de tecnología, es una brecha de mentalidad.
La IA no viene a sustituirte. Viene a exponerte. A revelar si realmente tienes claridad sobre tu rol de dueño. En los próximos cinco años, veremos el mayor traspaso silencioso de poder empresarial de la historia de quienes delegan el pensar a quienes usan la tecnología para pensar mejor.
Jeff Bezos lo entendió al crear el “flywheel” de Amazon: La IA no solo predice compras, redefine qué significa ser una tienda. No solo está automatizando el comercio; lo está reinventando. La transformación de tu industria es inevitable. Lo único que puede elegir un dueño es cómo participar sentado en la mesa que dicta las reglas o figurando en el menú.
Mañana, cuando enciendas tu computadora y el dashboard de IA destelle cifras tentadoras, pregúntate ¿Estoy yo diseñando la pregunta… o simplemente aplaudo la respuesta que la pantalla me entrega? Porque el negocio no pierde un dueño de un día a otro.
Lo pierde en el instante en que el dueño deja de hacer preguntas que solo él -con visión, responsabilidad y audacia- puede formular. Si permites que la IA piense por ti, abdicas a la corona sin ni siquiera coronar al sucesor. Si la conviertes en tu consejera, amplías tu reino más allá de lo imaginable. En la silla del dueño no basta con sentarse; hay que asumir la Dueñez y crear valor.
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