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El sacrificio de los productores

Revolucionarios sonorenses impulsaron desarrollo; empresarios como Calles y Obregón dejaron legado en agroindustria, pero desafíos y políticas actuales amenazan al sector.

Muchos revolucionarios sonorenses experimentaron una actividad previa al movimiento, en actividades agropecuarias y en el comercio, hubo incluso quienes estuvieron detrás de un mostrador de farmacia como Salvador Alvarado.

En el poder tuvieron la visión de crear infraestructura y condiciones para el desarrollo, formaron las instancias administrativas para tal propósito, así arribarían instituciones para la gestión del agua, caminos, finanzas y fomento. Algunos revolucionarios con un importante poder militar o político, no les fue bien en las batallas por la rentabilidad o la producción.

Plutarco Elías Calles transitó por distintas actividades mercantiles sin mucha fortuna, incluso llegó a ser socio de un hotel en Guaymas y este se incendió. Esas experiencias lo marcaron, entendió la complejidad de estas actividades y promovió en su Gobierno la creación de las instituciones centrales en el desarrollo económico futuro, es ahí en donde su talento se revelaría.

El general Álvaro Obregón era un apasionado de la agricultura, a pesar de las actividades políticas o militares en las que se vio inmerso, nunca se alejó de lo que quizá le causaba el vértigo más dominante, el de los negocios agrícolas. Al dejar la Presidencia en 1924 retorna a Sonora, para entonces acumulaba una cantidad considerable de intereses.

Su curiosidad y arrojo lo llevó a experimentar en los cultivos de melones, henequén, higos, olivo, manzanas o cítricos, ensayando nuevas tecnologías y áreas de desarrollo, formó compañías exportadoras y empresas automotrices, además incursionaría en la agroindustria. Un hombre que había nacido para administrar el riesgo, los negocios representaban algo más que un reto.

Desafortunadamente la naturaleza juega un papel determinante en las actividades agropecuarias, para 1927 sus dominios agrícolas sufren una severa inundación, sus utilidades se esfuman y aquel emporio queda severamente dañado.

Al año siguiente es asesinado y al hacer el recuento de sus compromisos financieros se advierte que aquel célebre militar estaba en serias dificultades, en la batalla comercial lo tenía todo en contra.

Para mediados del siglo XX las instituciones creadas por estos personajes se robustecen, la producción nacional y la apertura de nuevas regiones a las actividades agropecuarias van en aumento, pero a la par, el tiempo de un solo partido y un presidencialismo dominante resultará en una política fallida.

La amenaza de la Reforma Agraria y la afirmación del ex gobernador de Chihuahua como secretario de Agricultura (19731976) Óscar Brauer Herrera: “El ejido está organizado para votar”, declaración que le costaría el puesto marcaron el siglo y trazarían la ruta del régimen hacia el campo. Todo cambió al arribo de Carlos Salinas de Gortari, en un viraje audaz firma el TLC y modifica el artículo 27 constitucional.

Para finales del siglo XX el dinamismo es notorio, no sólo en el Norte del País sino en otras regiones como el Bajío, la producción se diversificó, aumentando en granos, hortalizas, frutas, carne o productos pesqueros.

Hoy el sector pasa por un momento crítico, la secretaría encargada es un cascarón sin mando y objetivos, los programas de apoyo desaparecieron, la descentralización fue una ocurrencia. La mediocridad se apoderó de esta instancia.

El régimen actual demoniza a los empresarios, supone que los negocios y las actividades empresariales son tan fáciles como pasearse por el País durante 18 años con 200 pesos en la cartera y que todo gasto debe de ser con cargo al erario.

Actualmente los productores están al borde de la quiebra, ojalá se entienda que ni los revolucionarios más arriesgados ni los políticos más brillantes llegan en ocasiones al éxito en algo tan complejo y sacrificado como los negocios agropecuarios.

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