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Los nombramientos de titulares de Cultura en el Gobierno del Estado y en el Ayuntamiento de Hermosillo históricamente no han estado exentos de polémicas.

Recordemos, en lo más reciente, la rebelión de grupos de artistas cuando se dieron las designaciones de Mario Welfo Álvarez Beltrán en el Instituto Sonorense de Cultura (ISC) y de Margarita Torres Ibarra en el Instituto Municipal de Cultura y Arte (IMCA).

Claro, ha habido nombramientos bien recibidos, como el de Norma Alicia Pimienta como primera directora de Cultura del Ayuntamiento de Hermosillo en 1997.

Desde hace meses, inclusive antes del resultado electoral del 1 de julio, un grupo de creadores se reunió para proponer la figura de Freddy Cabral Porchas como próximo titular del IMCA a quien resultara alcalde. Y así sucedió una vez que Célida López Cárdenas, de Morena, alcanzó la Presidencia Municipal, quien, me dicen estos artistas, se comprometió a nombrarlo.

En un carril alterno, la promotora cultural María Dolores Rodríguez Tepazano, ligada a grupos de izquierda, comenzó a reunirse con artistas y escritores para consultar y conformar un proyecto de trabajo para el IMCA y cabildear su designación. Tepezano es esposa de Armando Moreno Soto, uno de los fundadores de Morena y actual regidor del Ayuntamiento.

La alcaldesa, por su parte, presionada por las bases de Morena que no vieron con buenos ojos que los principales cargos del Gobierno municipal se hayan concursado con la participación de externos y que se hayan incluido a la administración algunos ex panistas, cedió el proceso al Cabildo para que se hiciera una convocatoria pública y fueran los regidores los que votaran el nombramiento.

Así, 34 personas se inscribieron y la Comisión de Educación y Cultura del Cabildo, integrada por cinco regidores, y un grupo de cinco artistas que fueron invitados como jurado (Sergio Galindo, Inés Martínez de Castro, Jorge Leyva, Ignacio Mondaca y Zacarías Páez), seleccionaron 16 aspirantes idóneos y de ahí una terna formada por Jesús David Camalich, Diana Reyes González y María Dolores Rodríguez Tepezano, que deberá ser votada esta semana en una sesión extraordinaria.

Camalich es pianista y director coral. Tiene 45 años en la música y fue alumno de Emiliana de Zubeldía, a quien cita regularmente con la frase: “Nadie quien tenga un corazón mezquino, podrá hacer algo en la música”. Se describe como un “ferviente católico practicante” y en su plan piensa llevar la cultura a las colonias para combatir la delincuencia, la violencia y las drogas; cree que Hermosillo requiere rescatar tradiciones y personajes que le den identidad y de ahí centra su propuesta para las Fiestas del Pitic, bajo una reingeniería que traslade actividades a otras partes de la ciudad.

Reyes es bailarina, literata y promotora cultural. Tiene 28 años de experiencia y comenzó con Beatriz Juvera en Truzka. Ha ocupado distintos cargos en el ISC, como coordinadora de talleres de la Casa de la Cultura, responsable de Artes Escénicas y directora del Festival “Alfonso Ortiz Tirado”, entre otros; tiene experiencia en organizaciones civiles y en la iniciativa privada. Asevera que el cargo en el IMCA es de tres años y es fundamental que se nombre a alguien con trayectoria en administración cultural porque no hay tiempo para llegar a aprender. Propone recuperar la ciudad a través del trabajo cultural, incluyendo a grupos vulnerables e indígenas. Crear redes y georreferenciar a los artistas, y unas Fiestas del Pitic que recuperan su vocación con programaciones equilibradas.

Rodríguez Tepezano se define como quien enarbola el proyecto cultural de Andrés Manuel López Obrador a través de cinco ejes rectores: Cultura comunitaria, patrimonio e identidad, creación y bienestar artística, cultura de género y cultura digital. En su experiencia resalta que participa en grupos de escritores y artistas, quienes le han apoyado a conformar su plan. Quiere usar casas abandonadas en las colonias para convertirlas en centros comunitarios, trabajar con grupos vulnerables y adentrarse en las colonias con arte y cultura. De las Fiestas del Pitic busca rediseñarlas para que dejen de ser eventos “mercantilistas” y que su programación se diseñe a partir de una consulta con un órgano colegiado de expertos. Descarta caer en un tema de nepotismo al ser su esposo regidor, porque él se abstendrá de votar.

Como escribí la semana pasada en este espacio, el mejor antídoto para despejar sospechas de un proceso amañado es la transparencia. El Cabildo de Hermosillo tiene la obligación de procurar la máxima publicidad de los procedimientos para el nombramiento, inclusive dar a conocer las matrices con las que los regidores y miembros del jurado realizaron las evaluaciones.

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