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Análisis y Acción

Su propósito esencial es conjuntar, en documentos legales, las pruebas que acrediten el estado económico, administrativo, financiero y patrimonial de una administración estatal o municipal, en el momento del relevo constitucional de sus autoridades. Ni concesión graciosa ni una atención. Es un ejercicio claramente legislado, en el que se responsabilizan desde el Gobernador y presidentes municipales hasta jefes de departamentos. Haciéndose “occisos” En el caso del Gobierno de Sonora, desde 1985 existe una disposición normativa para la entrega y recepción. En aquel entonces, Samuel Ocaña García transmitió poderes a Rodolfo Félix Valdés. Ambos, políticos con tablas del mismo partido, propiciaron un ejercicio sin sobresaltos. De igual forma sucedió los siguientes dos sexenios. Hasta la entrega de Armando López Nogales a Eduardo Bours Castelo, cuando, por motivos de la judicialización del proceso electoral en donde también participó Ramón Corral Ávila, la resolución tardía obligó una entrega-recepción “fast track”. Donde se complicó como ahora, fue en la cesión a un político ajeno al partido en el poder. Eduardo Bours Castelo entregó a Guillermo Padrés Elías la información al cuarto para las doce, bajo pretexto de que sólo se requería “presionar el botón de la computadora” para obtenerla. El procedimiento puntual en la Ley tuvo sus últimas modificaciones en el 2014. En febrero del presente, el Gobierno saliente, instrumentó un Reglamento de Ley de Entrega y Recepción para el Estado de Sonora. Así pues, no nos hagamos los occisos. Disposición “En la disposición de hacer las cosas, encontramos las soluciones para lograrlas”. Son señales que recibimos de la entrega-recepción del Gobierno municipal de Hermosillo. “Estamos avanzando en esta información, para tener muy claro cuáles son las decisiones que tomaremos desde el primer día”, manifestó Manuel “Maloro” Acosta. Preocupa que en las demás renovaciones del poder no veamos ese comportamiento. El vacío de poder perjudica al ciudadano que en su momento otorgó su voto y confianza. Confirma desdén a la norma básica que, en expreso consentimiento, le da al gobernante oportunidad para servir a los demás y no para servirse de ellos. Misma que también debiera marcar a los gobiernos que entran. “El pueblo tiene la primera y la última palabra, hoy, mañana y siempre. Los políticos no deben olvidar que ejercen el poder temporalmente, y no pueden aferrarse a éste”. Esperamos responsabilidad, y, en salida digna, que antepongan el interés de los sonorenses por encima de los propios. Ya no hay más tiempo ni habrá otra ocasión para hacerlo.

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