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Análisis y Acción

De la elección, resalta el desastroso resultado para el partido que hoy gobierna Sonora y Hermosillo. Pero sobre todo, el mandato ciudadano que exige un cambio y nuevas formas de ejercer la función pública. Gran reto para Claudia Pavlovich y “Maloro” Acosta. Su gestión, cuesta arriba; el primer obstáculo, sortear el “entracalamiento” financiero de Sonora y su capital. Los incrementos del PIB que traíamos hace algunos años, caen desde 2014 (cúlpese al Gobierno que se va del PAN y también al Gobierno federal del PRI). Sonora, el décimo Estado más endeudado; Hermosillo, la cuarta entre las ciudades. En el caso de nuestra capital, el lastre financiero acapara 52.6% de sus participaciones (ramo 28). Evidenciaron las urnas gran expectativa en ambos líderes, soportada en su capacitación técnica y política. Puntos garantía de buen hacer. ¿Qué clase de Gobierno les pedimos?, en palabras de Aristóteles: “No hace falta uno perfecto. Se necesita uno que sea práctico”. La realidad tiene su peso En las últimas remudas sexenales, vemos que “el cambio”, o mejor dicho “la alternancia”, no garantiza un comportamiento diferente. Bajo el signo de la revancha partidista, los ganadores permutan a los perdedores mañas reprobables, priorizando intereses personales y grupales. Según como les vaya en el baile, atienden sus prioridades. Los que se van, agonizan entre acusaciones y buscan el hilo conductor que les facilite resarcirse. Quienes saborean las mieles del poder, maquinan las cosas como “buenas” o “malas” según sus secretas intenciones. Para la mayoría, esperanzas, deseos y dudas; ¿hasta qué punto cambiarán las cosas en este periodo que viene? Seguiremos víctimas de la secuela de quienes, al obtener ciertos cargos, van por el señalamiento bien ganado de “nuevos ricos”, o el advenimiento de funcionarios probos, con autoridad, competencia y buen ejemplo. La receta para prosperar No se requiere un Gobierno perfecto para lograr los deseados cambios. Tal vez, debiéramos preguntarnos hasta qué punto debemos cambiar nosotros. Por convencimiento o simple optimismo, exijamos por fin nuestros derechos y asumamos obligaciones. A ser más solidarios, a comprometernos y, cada quien, según nuestra vocación, desde nuestra trinchera, trabajemos juntos para que a todos nos vaya mejor. Y no sólo al que le “atine” al color vencedor. Ese será el verdadero cambio que necesitamos para prosperar. No está en el Gobierno. Está en las manos de los que aquí vivimos y aportamos nuestro esfuerzo diariamente al corretear la chuleta. ¡Feliz fin de semana!

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