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Análisis y Acción

Metafóricamente, la bala de plata mata monstruos. Ésta, en una campaña electoral puede destruir al adversario. Aquí, a dos meses de que se dirima la contienda, prevalecen intentos de ganar con dicha estrategia. Aunque los priistas no cantan mal las rancheras, consignamos el “cebado” intento del panista veracruzano Pedro Pablo Chirinos, quien trató desacreditar a una familia de gran arraigo y estima, señalando una inversión en una de sus propiedades. Don Sergio Torres Serrano, el Tío Peque, aclaró con firmeza que él pagó con recursos propios. Y que el rancho es suyo, no de su hijo Sergio ni de su nuera Claudia, rematando: “Ya que muera, veré a quién se lo dejo”. ¿Más directo?, o lo que sigue. Fuerte descontón al “custodio” de la moral pública del Estado y daños colaterales, más si consideramos el hartazgo de la gente hacia la calumnia y la difamación que ningún voto atrae. Mejor una escopeta Perdigones errarán, pero algunos al blanco acertarán. El símil lo relacionamos con las propuestas que vayan dirigidas al segmento elector más atractivo y redituable: La generación Millenials o del Milenio, que en Sonora representa 58% del padrón electoral. También llamada “Generación Y”, nacidos entre 1981 y 1995. En 2025 (ojo para candidatos con aspiraciones a largo plazo) constituirá 75% de la fuerza laboral mundial. Sus actividades, con una pantalla de por medio: Mantienen amistades a través de Facebook o WhatsApp, y se informan con Twitter. Están conectados las 24 horas los siete días de la semana. Su visión de la política Estudios sociológicos hechos a este grupo en Estados Unidos, Europa y México, son coincidentes salvo ligeros matices. Para la consultora Deloitte “son activistas, no militantes”. Y algo bien importante: “No aceptan privilegios, tutelas, dirigismos o manipuleos con campañas negras”. Los proyectos políticos tienen que articular nuevas fórmulas, más libres, más coparticipadas, para motivarlos. No sólo se trata de hacer política para los jóvenes, sino hacerla con ellos. Y nunca sin ellos. Para este grupo, los partidos políticos son parte del problema y no de la solución. Los memes sustituyen a los discursos. La videopolítica, a los programas y noticieros. Son impacientes a un cambio de modelo y de valores. Su creatividad apunta y denuncia. Exigen transparencia y rendimiento de cuentas, sin negociación. Consideran la ejemplaridad personal y colectiva como la auténtica identidad: “La diferencia entre quien tú eres y quien dices ser, está en lo que haces”. Se vislumbra un rotundo triunfo a los candidatos que desestimen el uso de las “balas de plata”, y sean competentes para articular estrategias inteligentes, bien orientadas para ganar el voto de la generación que está preparada para cambiar al mundo.

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