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El Imparcial / Mexicali / Especial

Abogados desaparecidos, 5 años en la impunidad

Este jueves se cumple un lustro que no se sabe nada del paradero de los abogados Hugo Fonseca Meza y Alberto Zambrano Vizcarra, un caso que dejó a dos familias destrozadas y sin respuestas.

“Hasta que no tenga sus restos, voy a saber que está muerto”, dice su madre con voz entrecortada por un nudo en la garganta. “Son cinco años que no lo veo, que no sé nada de él, no quiero pensar que está muerto porque no tengo sus restos”.

María Meza Ramírez, de 66 años, recuerda entre lágrimas la última vez que supo de su hijo, el abogado Hugo Fonseca Meza, quien el próximo mes de octubre cumpliría 45 años de edad y que fue desaparecido hace 5 años.

Este jueves se cumple un lustro que no se sabe nada de él y de un compañero del mismo despacho legal, Alberto Zambrano Vizcarra, en un caso que dejó a dos familias destrozadas y sin respuestas por parte de las autoridades.

Hoy en día, Meza Ramírez es parte del colectivo Madres Unidas y Fuertes, que, además de servir como grupo de apoyo, se dedica a la búsqueda por su cuenta y enlace con las autoridades en casos de desaparición forzada en Baja California.

La desaparición del abogado cambió para siempre a su familia. Su padre falleció un año y medio después, sin saber lo que ocurrió con su hijo mayor. Sus hijas, desde entonces, no saben si son huérfanas, pues crecen sin un padre del que no saben si está vivo o muerto.

Cinco años

Hugo tendría hoy 45 años. Una de sus hijas tiene 8 años y otra tiene 16 años de edad. Es licenciado en Derecho Laboral y, antes de su desaparición, se recibió como Doctor en Derecho, pero ya no pudo recibir su título. Además de atender un despacho, daba clases en la universidad.

“Era muy trabajador, muy estudioso, siempre. Quiso ser abogado porque era lo que había estudiado su papá, siempre andaba de arriba abajo”, recuerda María al mayor de sus tres hijos.

Hugo desapareció junto con Zambrano Vizcarra un jueves 10 de septiembre de 2015. Ese día acudió por la mañana a una bodega por documentos, luego fue al despacho en la colonia Zacatecas, salió con su compañero de trabajo y, desde entonces, nada se sabe de ellos.

Mayra, su hermana, señala que desde que interpusieron la denuncia, sintieron la indolencia en la entonces Procuraduría General de Justicia del Estado, donde, dice, le comentaron que “de seguro andaba en Las Vegas”.

“No nos tomaron en serio hasta que apareció su carro, cerca de la casa de mi mamá”, dice. La camioneta Ford Raptor azul, modelo 2015, fue encontrada en la calle José María Michelena, en la colonia Maestros Federales, sin mayores indicios.

En ella había una maleta con un iPad, una cartera y documentos del trabajo. En la investigación no se anotó que hubiera huellas digitales, sangre u otros indicios que pudieran servir para su búsqueda.

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Presentimiento

Un día antes de su desaparición, María, quien se encontraba de vacaciones en Cancún, habló con su hijo por teléfono. Un extraño sentimiento se le plantó en la boca del estómago y le llamó para platicar sobre el viaje que haría con su hija a San Francisco. Le pidió que se cuidara.

Esa fue la última vez que escuchó su voz. Al día siguiente, su familia le inventó excusas para regresar antes a Mexicali y abordaron un vuelo de regreso. De vuelta en su casa, vio a mucha gente reunida y su hija Mayra le dijo lo que había ocurrido. Su voz se quiebra al recordar.

“Es muy fuerte saber que no está tu hijo, comienzas a pensar dónde está, qué le estarán haciendo, ¿estará comiendo?, ¿estará encerrado?, ¿lo estarán torturando?, ¿estará vivo?”, expresa María. “Para mí, es como si fuera ayer”.

En su esperanza, ella lo sigue viendo, en la calle, en el rostro de un automovilista, en un supermercado. También en casa, esperando que entre por la puerta, tome algo de comer y se siente en el banquillo de siempre junto a la barra, donde María le llora con un retrato suyo en las manos.

Nadie lo hará

Tras experimentar la pérdida, María sufre un duelo que no acaba. “Le pido a Dios que me dé fuerzas para seguir buscándolo; sacamos fuerzas no sé de dónde, pues ha sido duro, pero pienso que mi hijo está vivo, quiero buscarlo vivo”.

Hugo, su padre, falleció un año y medio después de la desaparición. Un infarto concluyó con ese proceso que lo consumió desde que su hijo desapareció. “El se estaba consumiendo y había aceptado que ya no iba a volver a verlo”, dice Mayra, su hija.

“Yo le diría a aquellas madres que tienen a su desaparecido que sigan buscando, que no desistan, porque si no buscamos nosotras, nadie más lo hará”, remata María, quien reprocha que en la actual Fiscalía aún no tengan avances. “El agente asignado al caso lo cambiaron, el que está ahora ni sabemos quién es, porque ya nadie nos ha llamado”.

Si pueden, búsquenlo

Desde la desaparición de Hugo, su madre requiere más medicamentos por alta presión arterial y gotas para poder dormir. Su hermana también padece de insomnio y tiene pesadillas recurrentes desde entonces.

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“Es difícil aceptar que no esté aquí; tan así que el día que murió mi papá le marqué a su teléfono para pedirle que se hiciera cargo”, comenta. “Con mi papá fue fácil aceptar su muerte, pero la desaparición de mi hermano es algo que no le deseo a nadie”.

“Ir a las búsquedases doloroso, remover piedras y tierra, buscando sus restos como si fuera un animal”, dice Mayra, interrumpida por las lágrimas. “Yo le diría a las familias que tienen a alguien desaparecido que, si tienen los medios, lo busquen por su cuenta, nosotros perdimos tiempo en confiar en que las autoridades harían su trabajo”.

“A mi hermano le diría que estamos muy orgullosos de él y que lo seguimos esperando; era la alegría de la familia y nos encantaría volver a estar juntos”, concluye.

La familia del segundo abogado desaparecido, Jesús Alberto Zambrano Vizcarra, fue buscada para esta nota, pero al cierre de la misma no habían respondido a la petición.

“Aún te esperamos”

Mayra no puede evitar que la voz se le quiebre al recordar a su hermano. “Lo miraba como el hermano protector que siempre iba a estar aquí”, comenta. Ella fue de las primeras en iniciar las averiguaciones por cuenta de la familia junto a su papá en la revisión de casos que manejaba Hugo.

Un día antes de la desaparición fue el cumpleaños de su papá, pero no pudieron juntarse. Cuando ella se enteró de lo de Hugo, revisó su Whatsapp y confirmó que tenía más de 24 horas que no se conectaba. “Fue el fin de semana más largo y doloroso que recuerdo”, dice.

El despacho de Hugo lo mantuvo abierto por dos meses, con la idea de que, cuando volviera, lo encontrara tal y como lo dejó. Sin embargo, los gastos eran muchos y tuvieron que cerrarlo.

“Me parecía imposible que pudiera desaparecer así, con tanta tecnología, un carro con GPS, dos teléfonos con plan, que se pueden rastrear”, señala. “Pensamos que las autoridades harían su trabajo, pero ni siquiera las cámaras del C4 servían”.

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