Migrante
Le cuento que dejé “la ciudad de los ángeles”, poético nombre con el que se identifica de vez en cuando a Puebla.

Le cuento que dejé “la ciudad de los ángeles”, poético nombre con el que se identifica de vez en cuando a Puebla, capital que también ostenta una denominación oficiosa que nadie o casi nadie utiliza de “Heróica Puebla de Zaragoza”; pero -por lo generalmi generalísimo, don Ignacio, pasa ingratamente desapercibido.
Lo anterior no sucede con quienes desde muy temprano caminan por sus calles. Me pongo de ejemplo, que me la pasaba contestando saludos de “los buenos días” que recibía a diestra y siniestra, cuando salía y andaba por aquí y por allá poco después del amanecer...
Un día, a propósito, dejé de contestar los saludos y hubo quienes lo repitieron en voz más alta; pero en tono amable, conciliador, como diciendo: “Pobre, ha de estar medio sordito”.
Por donde vivía, San Bernardino, Tlaxcalancigo, todas las mañanas circulaba un bicicleterio impresionante: El papá, la mamá y uno o dos hijos rumbo a la escuela cada uno en su bici; pero también, toda la familia en la bicicleta del papá van ofreciendo un acto circense, con un bebé sentado dentro de una canastilla montada en el manubrio. Algo parecido sucede con un sinnúmero de motos y motonetas en las que los poblanos van viajando “al sonoro rugir del motor”.
Tuve una muy feliz estancia en Puebla y la dejo con mi agradecimiento; deseando volver pronto para disfrutar a mis tres nietos... ahora estoy aterrizando en Mérida como migrante lleno de deseos por convivir con los meridianos y meridianas, muchísimos de blanquérrimo color de piel, razón por la cual a la capital de Yucatán se le identifica como “La ciudad blanca”; advirtiendo que sus edificios más significativos no son alvos o niveos... ¡Blancos, pues!
Creo que será bueno que precise que el gentilicio “yucateco” le corresponde a todos los nacidos a lo largo y ancho de la península y -tal como ya lo señale- exclusivamente meridianos y meridianas a los que son oriundos de la bendita Mérida.
Respecto al calor, que no he sentido en forma abrumadora y ante mi pregunta de cuál es la época del año en la que pega con mayor fuerza; un meridiano me dio una célebre respuesta, diciéndome que en Mérida solo hay dos estaciones: “La del calor y la del ferrocarril”.
Ahora bien, quiero establecer que, aunque son semejantes, existe una puntual diferencia de perspectiva entre los conceptos emigrante, inmigrante y migrante. Emigrante es el que va, inmigrante, el que llega y migrante es el que se desplaza de un lugar a otro. Por lo tanto, el emigrante y el inmigrante son -al mismo tiempo- sendos migrantes.
LA PALABRA DE HOY: MIGRANTE
Del latín migrare que significa “cambiar de residencia” o “transladarse de un lugar a otro” en forma temporal o permanente. Sus componentes lexicográficos son migr- raíz de migrare y el sufijo -nte que indica agente o quien ejecuta la acción. Y yo, que he ido y vuelto mudando de residencia a lo largo de mi vida me he desenvuelto como un constante migrante.
*- El autor es profesor de Redacción Creativa en Cetys Universidad.
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