La estupidez como estrategia
“No han ganado la guerra, pero tampoco la paz”. Florestán.

Ayer fuimos afortunados testigos de un error de los convocantes a la marcha de la señalada Generación Z, o de un montaje del gobierno. En ambos casos el resultado fue saludable.
Me refiero a las marchas citadas, según una versión, por esa camada 1997-2012, a las 11 de la mañana en la glorieta del Ángel para marchar al Zócalo al mismo tiempo que se desarrollaba el desfile militar con motivo del aniversario del inicio de la Revolución y en la plancha había toda una exposición histórica de la secretaría de la Defensa, y la otra en Ciudad Universitaria para, comenté, involucrar al estudiantado en estos momentos difíciles de convivencia interna por la violencia y las intervenciones externas para agitar ese centro neurálgico de aprendizaje, pero también de aprovechamiento de otros intereses que lo quieren sacudir,
Cualquiera de los dos escenarios llevaba todas las características de una provocación explosiva: ejército y estudiantado.
Desde un principio alerté el riesgo de esas convocatorias, el error estratégico y la enorme posibilidad de demeritar, con este llamado, las dimensiones del mitin del sábado donde por primera vez en años, los granaderos, esa fuerza de la policía capitalina desparecida por decreto, pero vigente en la calle, atizaron a los manifestantes luego de ser agredidos durante más de dos horas por los nuevos halcones: los integrantes del bloque negro, que se han convertido en el brazo violento, digo yo, del gobierno, para reventar el espíritu original de marchas y mítines incómodos para el régimen en turno.
Esto, sin demeritar el impacto de la sabatina marcha. Al contrario, reitero lo que le había adelantado: fue el desacierto táctico de citar a otra para ayer 20 de noviembre y lo que vimos fue una devaluación de lo alcanzado el fin de semana y de la convocatoria.
De nuevo provocadores, gobierno y otros grupos, desestimaron el peso, organización y autenticidad de los jóvenes, y también se depreciaron a sí mismos.
Es el no entenderlos y pretender asumirse como sus dirigentes.
RETALES
1. DOLOR.- Al querido Alfredo, Tito, Elías Ayub, lo conocí hace más de 35 años, un funcionario ejemplar y mejor persona. El miércoles por la noche falleció y desde aquí, reiteró a su esposa Begoña, sus hijos y a Arturo, su hermano, mi pésame. ¡Cuántos Titos faltan en este país!;
2. FIESTA.- Lo será el domingo con el regreso a Veracruz del buque-escuela Cuauhtémoc, tras la tragedia del pasado 17 de mayo, en Nueva York, que dejó muertos a una cadete y a un elemento de la marinería y 20 más heridos. Lo recibirá la presidenta Sheinbaum; y
3. BLOQUE.- Ayer, en San Lázaro, el PT dio la palabra a un influencer, violando el reglamento de la Cámara de Diputados. El provocador se fue contra Rubén Moreira, del PRI, que no está manco. Es lo que les faltaba.
Nos vemos el martes, pero en privado.
*- El autor es periodista español naturalizado mexicano con 55 años de experiencia.
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