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No me olvides Mexicali

Desde mi nueva morada, en un rincón lejano del mundo, mi mente y mi corazón se vuelven hacia ti, Mexicali.

Desde mi nueva morada, en un rincón lejano del mundo, mi mente y mi corazón se vuelven hacia ti, Mexicali. Y no puedo evitar preguntarme: ¿Estará el árbol de moras que colgaba de la barda amarilla frente a la casa de mis abuelos en la Colonia Nueva?

¿Estará Don Eduardo vendiendo raspados afuera del Colegio Frontera? ¿Estarán los tejados rojo escarlata de la Escuela Leona Vicario? ¿Me encontraré al profesor Eduardo Auyón caminando apaciblemente por los callejones de La Chinesca? ¿Estarán mis amigos, aquellos que fueron conmigo al Colegio de Bachilleres? ¿Estará mi madre esperándome con una sonrisa eterna?

Quizás mucho de lo que añoro ya no esté, pero siempre estarán el sol resplandeciente y los cielos azules y abiertos de mi ciudad. Cada día, le imploro al viento que te lleve mis susurros de añoranza, con la esperanza de que nunca me olvides. Porque para mí siempre serás mi hogar. Mexicali, siempre serás el lugar donde nací, donde crecí y donde mi corazón pertenece.

El 14 de marzo, celebraste tus 121 años de historia y legado, un recordatorio de tu antigua grandeza y de la fuerza de tu comunidad. Es curioso, Mexicali, cómo tu nombre no está asociado con una altitud definida, ya que te encuentras bajo el nivel del mar. Pero para mí, siempre estarás en lo más alto de mis pensamientos.

Enclavada en el desierto y bañada por un sol radiante que nunca se oculta, eres un campo poblado de algodón y eres cálida frontera. El majestuoso Río Colorado, cuyas aguas fluyen con vitalidad a través de nuestra tierra, es un recordatorio constante de nuestra conexión con el pasado. Nuestra historia se entrelaza con la de los indígenas Cucapá, quienes desde tiempos inmemoriales han habitado nuestro desierto y dejado su huella en cada rincón de la Laguna Salada.

Y cómo no mencionar a nuestra querida comunidad china, cuyos vibrantes restaurantes han enriquecido nuestras calles y han añadido una nota de diversidad a nuestra cultura. La melodía “Mexicali Rose” está tatuada en mi memoria. Y en el horizonte, el imponente Cerro del Centinela sealza como un guardián silencioso, protegiendo nuestras leyendas de vida.

Mexicali, flanqueada por La Rumorosa, cuyas formas escarpadas y rocosas nos recuerdan la fuerza y la majestuosidad de la naturaleza que nos rodea.

Cada día, le imploro al viento que te lleve mi sentir, con laesperanza de que nunca me olvides. Que siempre me recuerdes como esa niña que aprendió a amar tus calles polvorientas y tus horizontes planos.

En el corazón de un desierto lejano, te visualizo brillantey eterna, mi amada Mexicali, ciudad de luz y arena. Con elsol como guía y el viento como voz.

Mexicali, en mis sueños te habito.

Cada día, le imploro al viento, que te repita quedito al oído: No me olvides Mexicali.

*La autora es periodista independiente para medios internacionales.