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Los fantasmas de Mexicali

En los vaivenes de la historia comunitaria, las leyendas urbanas juegan un papel esencial.

Gabriel  Trujillo

En los vaivenes de la historia comunitaria, las leyendas urbanas juegan un papel esencial: el de recordarnos, por medio de relatos sobrenaturales, los miedos colectivos, las heridas históricas que cada sociedad carga por su cuenta y riesgo. En el caso de las narraciones fantasmagóricas que se han dado en Mexicali, la ciudad capital del estado libre y soberano de Baja California, podemos descubrir semejanzas y diferencias marcadas con respecto a las leyendas de otras partes de nuestro país. Para entender esto hay que situar a Mexicali como una ciudad tanto como un valle agrícola, donde se mezclan por igual los relatos terroríficos rurales como los cuentos citadinos. Lo que asemeja a las leyendas urbanas del interior de México con las que se relatan en nuestra frontera norte es que todas giran alrededor de personajes con destinos trágicos, lo que sirve para hacer observaciones críticas sobre las conductas sociales de la época de su creación, y su trama se lleva a cabo en lugares paradigmáticos del culto a los muertos: panteones, funerarias, sitios donde han ocurrido crímenes que dejaron honda huella en la comunidad, espacios públicos o privados donde ocurrieron accidentes que conmocionaron a la sociedad de su tiempo. Todos estos acontecimientos crearon traumas sociales que se transformaron en relatos de fantasmas o aparecidos, en remembranzas fantásticas con cariz macabro para atemorizar a quienes las escuchara como narraciones cautelares, como advertencias a tomar en cuenta.

En el caso de Mexicali, si examinamos su vasta producción de leyendas urbanas podemos considerar que, aparte de los cementerios y camposantos, que lógicamente están unidos al mundo de los muertos, las ubicaciones de estas historias se dan en lugares en desuso: casas abandonadas y edificios en ruinas. Si nos detenemos a observar las leyendas más famosas, veremos que en Baja California comienzan a darse en lugares que tenían un vínculo emocional con la ciudad. En Tijuana se dan en el antiguo casino de Agua Caliente, mientras que en Mexicali fue, por varias décadas, el espacio completo de la cervecería de Mexicali, que iba desde el edificio principal hasta la maltera. Pero en años posteriores, es decir, del cuarto último del siglo XX en adelante, las diferencias empiezan a notarse. Muchos de los sitios que dan miedo se establecieron, al menos en el imaginario de las mentalidades colectivas fronterizas, en casas y edificios que aún estaban o siguen estando en uso: casas en colonias residenciales, edificios de oficinas, escuelas en funciones. Lo interesante es que la gente que vivía o trabajaba en tales lugares fue la principal difusora de relatos de fantasmas en que ellos y ellas eran los testigos principales.

En mis tantas investigaciones sobre la historia de Mexicali encontré relatos de Mexicali menos cercanos a los fastos oficiales y más próximos a las creencias populares de nuestra comunidad cachanilla. El resultado fue un libro titulado Mitos y leyendas de Mexicali, que me publicara la librería Universitaria en 2003. Esta obra se dividía en tres partes: mitos ancestrales y leyendas históricas, que iban desde relatos nativos sobre la creación del mundo hasta historias de tesoros perdidos en los arenales de nuestro municipio; relatos de eventos legendarios para los mexicalenses, como la boda de Rodolfo Valentino en 1922 o los terremotos que han cimbrado nuestra ciudad, y finalmente las leyendas urbanas propiamente dichas: cuentos de fantasmas o monstruos que han sido contados por nuestra población desde que Mexicali es Mexicali y que habían pasado, en forma oral, de generación en generación, como las ánimas del primer panteón de Mexicali, la embalsamada de la avenida Obregón, la señora del cinco, el vampiro de Pueblo Nuevo, el camionero y la enfermera, la pianista de la escuela Miguel Alemán y muchas otras más que yo mismo había escuchado en mi niñez.

En el prólogo a este libro, publicado hace ya 20 años, yo decía que Mexicali ya contaba con un enorme bagaje de relatos mitológicos, historias legendarias, personajes pintorescos y hechos extraordinarios dignos de recordarse. Como ciudad de frontera, Mexicali es un sitio idóneo para servir de escenario de innumerables sagas y narraciones de distintos orígenes, para ocupar un lugar especial en el imaginario colectivo de nativos y extranjeros. Por ello la abundancia de leyendas y sucesos que han excedido los límites de lo creíble, las fronteras de lo racional, y que son fábulas por demás interesantes sobre la condición humana, sus anhelos y creencias. Los fantasmas de Mexicali, que son también materia histórica, crónicas a relatar.

*- El autor es escritor, miembro de la Academia Mexicana de la Lengua.

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