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El arte como tabla de salvación

Una noche de primavera de 2023, Silvia Rodríguez Vega se sentó frente a un auditorio para presentar lo que se había prometido.

Una noche de primavera de 2023, Silvia Rodríguez Vega se sentó frente a un auditorio para presentar lo que se había prometido. “Drawing Deportation” (Dibujando la Deportación) es el libro en el que
trabajó estos años, una compilación de los dibujos de niños inmigrantes que vivieron la deportación de sus padres y la persecución de las redadas en California y Arizona.

En 2010, Silvia realizó una Maestría en Arte en Educación en la Universidad de Harvard, para estudiar el trauma y cómo el arte puede ser una vía de liberación para niños y adultos. Pero antes de llegar a
la prestigiosa universidad, Silvia fue una niña migrante que vivió la deportación de su madre. Para poder costearse sus estudios como indocumentada abrió un GoFundMe, la popular plataforma estadounidense de recaudación de fondos, con un lema: “Harvard, Sí Se Puede”.

Una historia de lucha y éxito. ¿Cómo logró sanar tantas heridas Silvia y miles de niños inmigrantes? Fue el arte. El arte como tabla de salvación ante las injusticias, el dolor y las tragedias. Silvia tomó clases de teatro donde exteriorizó sus traumas, ya una vez convertida en maestra, enseñó a los niños a dibujar sus miedos.

Los niños se sienten seguros al exteriorizar sus emociones con el arte, la expresión creativa reduce los niveles de cortisol y disminuye el estrés.

Cuando tienen mucho estrés se puede convertir en un estrés tóxico que afecta su cerebro, su sistema inmunitario hace que no puedan aprender en la escuela o que tomen malas decisiones, me narró Silvia, ahora como una experta.

En la década de 2008 al 2018, entre Arizona y California, entre dos épocas pero una misma realidad, obtuvo 300 dibujos. Muros, tumbas, familias separadas, niños llorando, dibujos sin color, niños en jaulas, policías apuntando con pistolas a sus padres, fueron solo algunos de esos dibujos.

El dibujo de portada de su libro es el de “Mario”, de 11 años. Es un cerco con púas afiladas en la parte superior y un helicóptero que lanza una luz amarillo-naranja sobre un inmigrante; del lado derecho, un autobús con personas detenidas que miran a través de las ventanas con rejas.

En un ambiente de segregación y poderosa narrativa antiinmigrante, el miedo se filtró en las casas de esos niños, en sus escuelas y en sus corazones.

Lo que logró sanar un poco esos corazones, fue dibujar su dolor, crear del trauma una pieza artística, que se volvió un libro, que retrata la crueldad de las políticas antiinmigrantes para los que vivimos del otro lado del muro.

Sin duda, una historia de dolor, fuerza, arte y mucho corazón.

*La autora es periodista independiente para medios internacionales.

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