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O lo aman, o lo odian

El país está dividido, nunca en la historia de México había estado tan dividido y confrontado. Jamás había sido tan evidente la diferencia de clases sociales.

El país está dividido, nunca en la historia de México había estado tan dividido y confrontado. Jamás había sido tan evidente la diferencia de clases sociales. Hoy el país está fragmentado en 3 partes; en pobres, clases medias y Fifis. Cuando la sociedad mexicana votó por López Obrador lo hizo sin importar el estrato social, por tanto, debería gobernar para todos y no únicamente para un segmento poblacional en particular. El presidente se ha encargado de polarizar y enfrentar a mexicanos contra mexicanos. Muchas personas han manifestado su pesar por la forma en que el presidente desaprovecha el tiempo en dividir a la sociedad como lo viene haciendo, en lugar de exhortarlos a trabajar unidos por las mejores causas de la nación. La conciliación se hace imperativa. Tantos años de lucha y sacrificio para lograr su objetivo de convertirse en presidente de México, como para desperdiciarlo y dedicar el tiempo para venganzas y denostaciones a sus adversarios políticos y a personas que no piensan igual que él. Su postura maniquea de, o estás conmigo o estás contra mí, es el sello de la casa. O es blanco o es negro, no puede ser gris o de cualquier otro color. En nuestra patria existe la diversidad de creencias políticas y religiosas que se deben respetar. La libertad y la tolerancia deben ser los valores que el presidente debería de reverenciar.

El debate de las ideas es muy necesario en una sociedad plural y heterogénea. Lo que no se vale es revivir la lucha de clases, dividir la sociedad entre pobres y ricos. Las posturas políticas de AMLO, no son de izquierda, ya que, hasta ahora, no ha intentado suprimir la “propiedad privada”, lo único que busca es concentrar todo el poder político. Subordinar al poder legislativo y judicial a sus propósitos, contrario a lo que establece la constitución en torno a la división de poderes y su autonomía del poder ejecutivo. Da la impresión de seguir un modelo que han puesto en práctica algunos autócratas y dictadores como Daniel Ortega, de Nicaragua, que a finales de la década de los setentas luchó contra la dictadura de Somoza, después de haber sido un revolucionario, hoy se ha convertido en un dictador, que se niega a dejar el poder. O el caso de Evo Morales que siguió la misma ruta del nicaragüense y cambió las leyes a su favor para quedarse en el poder, a pesar de ello, el ejército lo obligó a renunciar para después exiliarse y huir a México. El caso más representativo es el de Hugo Chávez, militar que encabezó golpes de estado sin lograr su objetivo. Los militares le perdonaron la vida, posteriormente contendió por la vía pacífica y ganó la presidencia de Venezuela. La población lo acogió con mucha esperanza de un cambio. Al principio fue “pura vida y dulzura”, les regaló mucho dinero a los pobres, posteriormente se transformó en un régimen de terror. Después de fallecer, heredó el poder a Nicolás Maduro, hoy continúa con el mismo esquema y se ha mantenido en contra de la voluntad del pueblo venezolano utilizando todo tipo de “subterfugios” para conservar el poder y eliminando o encarcelando a sus opositores.

Aquí en nuestro país, al presidente lo comparan con la figura mítica de Gandhi, por ser, dicen, un pacifista. Otros dicen, que es un patriota, que ha luchado por los pobres. A lo largo y ancho de la república hay división de opiniones, incluso en el seno familiar estas disputas han trascendido lo político para convertirse en pleitos que han dividido a muchas familias. O es amado o es muy odiado, la polarización está presente. López Obrador ha logrado su cometido, dividir a la sociedad, unos a su favor y otros en contra. Por otra parte, existe un segmento de la población muy significativa que lo tacha de mentiroso, que le quedó muy grande la silla presidencial, que violenta la constitución, que no ha terminado con la corrupción, que el no mentir, no robar y no traicionar, son un mito. Este próximo 10 de abril se despejarán las dudas, por fin el telón se develará y sabremos si se va o se queda. Por lo pronto, no participaré en esta “emboscada”.

*- El autor es economista egresado de la UABC.

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