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Camelot

Los dichos y los hechos

"Somos lo que hacemos"

Creo que somos el producto de nuestras acciones, por ende nuestra sociedad es el resultado de las acciones de cada uno de sus individuos que la conformamos, poco importa si usted vive en Mérida o en Tijuana; su ciudad, será la sumatoria de los aciertos y errores de quienes la habitan, ésta es una máxima inexorable, sea usted bienvenido a este Camelot, que si no trata de la multiplicación de los panes sí busca reflexionar acerca del resultado de la multiplicación de nuestras acciones, sea usted bienvenido recuerde que no sólo somos lo que hacemos sino lo que hemos dejado de hacer, finalmente nuestra casa es el resultado de nuestras acciones, si las buenas son más, la casa y la ciudad ganan, de lo contrario todos perdemos, por ello la importancia de pasar de los dichos a los hechos.

Si lo que realmente queremos es progresar como sociedad deberíamos ponerles a nuestros políticos una prueba del ácido: que sus hechos coincidan con sus dichos, así de simple, así de claro, así de contundente. ¿Cuántos de ellos en nuestro estado resistirían este cuestionamiento?, ¿por qué seguir permitiendo que la simulación y la corrupción sean el común denominador y no el cumplimiento de la palabra empeñada?

Si lo que queremos es congruencia entre nuestros dichos y nuestros hechos debemos de desconfiar de quien ha hecho parte de su credo el que “en boca cerrada no entran moscas”, debemos de desconfiar de quien ante la comodidad de no comprometerse prefiere la complicidad del silencio, de priorizar entre la estrategia y el compromiso, podemos estar o no de acuerdo con una definición, no importa si ésta es ser blanco o negro, lo importante es el compromiso que sólo da fe a través de nuestras acciones en favor de una causa, lo que no se vale es la indefinición del gris, del valemadrismo de no arriesgarse ante la posibilidad de que el resultado sea la mediocre medianía, el gris que hace quedar a todos bien y a ninguno mal, ese gris que ha sido bandera de muchos en nuestro estado y que es reflejo fiel no sólo de nuestros políticos sino de muchos de nuestros ciudadanos.

El descontento social en nuestro estado en combinación con un gobierno estatal sobrado, soberbio, corrupto y muy poco eficiente, ha sido un buen caldo de cultivo para dar lugar a que unos cuantos –Rigoberto Campos, Mexicali Resiste– se conviertan en engaña bobos para hacer de su agenda privada una pública, en horabuena si lo que se hubiese generado fueran propuestas puntuales, porque jactarse de tener como logro el haber dado marcha atrás a una urgente Ley del Agua, estúpidamente mal manejada, es su mayor éxito, menuda plataforma, ¿y las propuestas, dónde, cuáles?

La inmensa mayoría de nosotros seguimos inmersos en una colectividad amorfa, sin rostro que solo crítica a políticos y gobernantes en lo privado, en la carne asada, pocas veces de frente, nunca de manera franca y frontal; eso sí, que no se atreva un ciudadano – Gustavo de Hoyos, Rodrigo Llantada, Juan Manuel Hernández, entre otros– a levantar la voz porque de inmediato elucubramos aludiendo a intereses oscuros, prefiriendo el autoengaño de que la causa pública sólo debe ser de los políticos, convirtiéndonos en huérfanos por definición propia y con ello renunciando a que nuestros dichos se conviertan en verdaderos hechos.

El autor es empresario, ex dirigente de la Coparmex Mexicali.

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