Edición México
Suscríbete
Ed. México

El Imparcial / Columnas / Columna Mexicali

¡Queremos paz!

La mayoría de quienes nos ha tocado vivir estos tiempos, somos conscientes del desastre en que nos encontramos principalmente en el tema de seguridad.

La mayoría de quienes nos ha tocado vivir estos tiempos, somos conscientes del desastre en que nos encontramos principalmente en el tema de seguridad. Desapariciones, violencia, robos, asesinatos, una inseguridad e impunidad que nos rebasa, nos pega a todos, en especial a los jóvenes.

Son ellos, quienes viven entre el miedo y la incertidumbre de salir a la calle a divertirse y ser secuestrados o baleados por el ejército o los delincuentes como ha sucedido en diferentes estados, incluyendo el nuestro. En Lagos de Moreno, Jalisco, a un grupo de amigos los secuestraron, obligándolos a matarse entre ellos, para divertir a los delincuentes como si estuvieran en un circo.

En otros, como Zacatecas, son reclutados para trabajar en el narco, por amenaza de muerte, por necesidad o no tener opción. Jóvenes que debieran estar estudiando, preparándose para tener un futuro, simplemente la delincuencia organizada y tolerada por el gobierno federal, les corta sus sueños o los desaparece.

Las cifras ahí están: Solo en 2022 asesinaron a más de 15,600 jóvenes y desaparecieron a más de 67,000 menores de 35 años. ¿Qué porvenir le aguarda a un país que no cuida la vida de sus jóvenes, de quien depende su futuro? Sabemos que el gobierno no está de nuestro lado, sino del de los delincuentes. Que podemos hacer nosotros como sociedad? Desde luego, manifestarnos, exigir, aunque como nunca, topemos con pared, con autoridades que no ven ni oyen, lo único que les importa es perpetuarse en el poder.

En una reciente entrevista de Azucena Uesti el Obispo de San Cristóbal de las Casas, Rodrigo Aguilar, manifiesta su preocupación por la situación de violencia, asesinatos y desapariciones que están viviendo pueblos al sur del Estado, por la guerra entre dos cárteles que se encuentran en esa región. Pelean por tener el dominio y al querer dominar uno al otro, afectan directamente a sus habitantes, que viven aterrorizados, aún encerrados en sus casas, delincuentes armados irrumpen en la noche, llevándose a los jóvenes a quienes matan o desaparecen. Es tan grave la situación que la mayoría ha preferido huir, dejar sus casas, sus pequeños negocios, para salvar sus vidas. ¿Qué hacen el gobernador de Chiapas y el secretario de Gobierno? Nada en absoluto, guardan un silencio cómplice. Y López ¿qué respondió al cuestionarle sobre esta tragedia? Que es propaganda en su contra, inventos de sus adversarios.

Han llegado cientos de soldados, pero no les permiten intervenir, por lo tanto, no hay paz. ¿Qué podemos hacer nosotros? Primero, no normalizar estas tragedias, no acostumbrarnos, viendo como algo normal los asesinatos y desapariciones de nuestros hermanos. Despertar conciencias, buscar unidos la paz, recuperar la libertad de ir a la escuela, de abrir los negocios sin miedo a la extorsión o al robo; y si las malas autoridades guardan silencio, nosotros romperlo, que todos se enteren del sufrimiento de estos hermanos, carentes, no sólo de lo indispensable, sino de justicia.

Finalmente oremos por la paz en nuestro país, al que como nunca, vemos rebasado por criminales con permiso de quien lejos de aplicar la ley los abraza, dejándonos en la más completa indefensión e impotencia.

¡Mujer mexicana forja tu Patria!

*- La autora es Consejera Familiar.

En esta nota