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No hay otra alternativa

La masacre de la Familia Le Barón en Chihuahua no es nueva en México, ya ha ocurrido en otros lugares del país afectando a muchas familias. 

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La masacre de la Familia Le Barón en Chihuahua no es nueva en México, ya ha ocurrido en otros lugares del país afectando a muchas familias. En Baja California, concretamente en Ensenada, en el año 1998 fueron asesinadas 19 personas entre niños y adultos de una misma familia. Este asunto de transgredir todos los límites de la conducta humana ha sido concurrente, y casi cotidiano en nuestra historia. Los ataques contra poblaciones, familias, grupos religiosos o comunidades rurales han dejado una estela de víctimas, sin que se haya investigado, aprehendido y juzgado a los verdugos. Sin embargo, este sanguinario hecho en la actualidad está enmarcado en una crisis de violencia, impunidad e inacción gubernamental para enfrentarlo. La delincuencia cotidiana y la organizada, incrementan su presencia en el país y no hay fuerza gubernamental que les haga frente. Las posiciones infantiles de López Obrador de no afrontar la violencia con la violencia, está envalentonando a quienes son activos delincuentes y a quienes tienen tendencias hacia ella.

Los ciudadanos estamos conscientes de que debemos enfrentar, solos, a la delincuencia. Nuestras pertenencias, nuestras vidas y las de nuestra familia, solos las defenderemos. No tenemos a nadie más. Las corporaciones policíacas no son honestas y también de ellas nos debemos defender, además no confiamos, ni contamos con ellos porque en una situación de riesgo grave, ellos mismos están desprotegidos. A la delincuencia organizada solo le falta interesarse en el poder político gubernamental para que se apodere de él. Ahora lo gobierna tras bambalinas, pero tal vez quisiera hacerlo presencial.

No es posible que existan espacios en el país que estén en poder de la delincuencia. Todos deberíamos estar siguiendo los lineamientos establecidos por el marco jurídico, pero no es así. Las leyes son inoperantes e inexistentes en la realidad. Cualquier funcionario público las transgrede, omite o modifica a su libre albedrío. Por eso resulta insultante que López Obrador quiera poner la otra mejilla en lugar de responder, como se debe, ante la ola de crímenes que nos devastan. Sin dejar de aceptar que hay aspectos en los cuales ha dado pasos correctos, en este asunto su actitud debe ser defensiva y protectora.

Ahora está obligado al uso de la fuerza por que en la masacre las víctimas eran personas con doble nacionalidad. Este puede ser un parte aguas para que inicie acciones de carácter nacional que modifiquen el estado de cosas. Por consiguiente, ¿Deberíamos desear que fueran masacrados más ciudadanos estadounidenses para que vuelva la tranquilidad a las calles? No sé lo que piensen ustedes, pero las agresiones violentas y fatales son más frecuentes, y puede darse el caso en que las fuerzas de la delincuencia organizada dominen extensiones más amplias del país. Solo es cuestión de dejarles hacer sin que haya consecuencias.

Siendo claros, López Obrador y la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana no nos están proporcionando las condiciones mínimas para que vivamos con tranquilidad. Están obligados a responder como se debe. No hay otra alternativa. Vale.





* El autor es Lic. En Economía con Maestría en Asuntos Internacionales por la UABC.

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