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Los editores y su mundo

Editar, ser editor, es una actividad multidisciplinaria que requiere tener sentido de los negocios, espíritu diplomático, capacidad lectora.

Editar, ser editor, es una actividad multidisciplinaria que requiere tener sentido de los negocios, espíritu diplomático, capacidad lectora, destrezas creativas y una enorme paciencia para llevar a buen puerto el libro en que se trabaja sin acabar perseguido por los acreedores o denunciado por los autores. Ser editor es una labor encomiable por donde se le mire. En ella se reúne lo científico, lo tecnológico y lo artístico. Y si se lleva a cabo lejos de los centros tradicionales del poder cultural, como sucede entre nosotros, sin duda es un apostolado del cual pocos tienen la fibra intelectual, ya no se diga la sensibilidad para ejercer tamaña profesión como una tarea cotidiana, como una vocación de servicio a sus semejantes.

En Baja California, los editores han estado principalmente unidos a instituciones educativas y culturales, ya sea la UABC, el Colef, el Cecut o el ICBC. Así, nuestros editores han hecho sus aportaciones al libro académico, al tratado de historia y a las obras literarias de los autores locales. Algunos otros vienen de espacios contiguos al medio cultural, como las librerías (Raúl Pérez Rojas y su editorial Ilcsa), el periodismo (Rafael Rodríguez y su editorial Artificios), la promotoría cultural independiente (Leobardo Sarabia Quiroz y su editorial Entrelíneas, Karla Martínez y Julio Álvarez y su editorial Nortestación, Olga Angulo y María Edma Gómez y su editorial Aljibe). Todos y cada uno de ellos han puesto lo mejor de sí para que los libros tengan la oportunidad de ser leídos en sus propios términos y valores, para que sirvan a la comunidad de la que forman parte, a la cultura en la cual viven y con la cual dialogan.

En su conjunto podemos observar que la cultura libresca, literaria e histórica de nuestra entidad está hecha con el trabajo de ellos y muchos otros editores, personas que han contribuido a que Baja California cuente con un acervo de obras que se dedican a investigar, dilucidar y mostrar los logros y hazañas que conforman nuestra identidad como mexicanos fronterizos, los sucesos y personajes que han abierto camino en la cultura de nuestra sociedad como en las manifestaciones artísticas que llamamos nuestras. Libro tras libro, los editores regionales han sido capaces de ofrecernos un espejo veraz de nuestro desarrollo como comunidad, de nuestra imaginación como individuos, de nuestra singularidad como bajacalifornianos.

El editor, entendámonos bien, no es sólo el que hace un libro sino el que transforma una obra en ciernes, un manuscrito lleno de buenas intenciones pero lleno de errores, en libros que le funcionen a sus lectores, que sean orgullo de sus creadores, ejemplo público frente al mundo. semejante cambio, de patito feo a cisne imperial, es un trabajo épico, sí, pero sobre todo es un trabajo de equipo, una colaboración fecunda para obtener una obra que muestre el equilibrio entre forma y contenido, entre diseño y tipografía; una obra que sea objeto de calidad tanto como plataforma de conocimientos y placeres.

Muchos libros he escrito y publicado, pero entre todos ellos tengo en alta estima Alabanzas y vituperios (1990), editado por Lus María Ortega y su esposo, Sergio Bolfeta, un diseñador prematuramente fallecido, quien era capaz de ver el libro como una cueva de tesoros, como una lámpara de Aladino. Con portada negra, con las letras troqueladas del autor y del título y con interiores que lo hacían parecer un breviario medieval, Alabanzas y vituperios aún sigue siendo mi libro favorito como obra de arte, como objeto tanto para leer como para contemplar.

Y es que eso es editar: la creación de algo único envuelto en el papel de todos los días, hecho luz titilante en la pantalla de nuestros artilugios modernos. Un libro está hecho para encontrar en sus páginas reinos mágicos, conocimientos maravillosos, personajes inolvidables. El cosmos en su pura tipografía. El universo renglón por renglón, capítulo por capítulo.

*- El autor es escritor, miembro de la Academia Mexicana de la Lengua.