Las mañaneras, ataques y autoelogios
Decir no lo entiendo conlleva una buena parte de verdad porque, me lleno de confusiones con la conducta del presidente Andrés Manuel López Obrador.
Decir no lo entiendo conlleva una buena parte de verdad porque, me lleno de confusiones con la conducta del presidente Andrés Manuel López Obrador. Semanas antes de que la gente, el pueblo, votara en una minoría que apoya al presidente por la Revocación de Mandato: (cerca del 90% los votos en favor de Obrador, si mal no recuerdo,) suficientes para que el presidente presumiera por esta determinación a su favor y diera las gracias muy agradecido al pueblo, a los ciudadanos que sí saben; que sí son patriotas y no traidores a la patria. ¡Vaya pues!, las palabras de moda por el señor que nos gobierna y de otros líderes de Morena que se manifiestan abiertamente adoradores del mandatario. (Un saludo cordial a Mario Delgado y otros que abundan por allí), su canto nacionalista y adoro al presidente. AMLO, por su parte, pleno de alegría, dando las gracias una y otra vez a través de los medios, al pueblo que lo admira y siempre y que está con él. Pero resulta que no era cierto, que todas estas palabras mañaneras eran una manifestación de sentir todo lo contrario: molesto realmente por la poca participación de su querido pueblo con respecto a la consulta tan canturreada. Fueron aquellas palabras; aquel sermón de agradecimiento una simple forma de ocultar su descontento; de hecho, en el fondo, reconociendo sin decirlo, la declinación de su popularidad. Fue un golpe duro a su convocatoria: por más de seis meses ocupando el espacio de sus discursos, su llamado a votar. Pero el presidente Andrés Manuel López Obrador es un hombre en extremo sagaz; ocultando sus derrotas siempre intenta convertirlas en victorias. ¡Vaya pues!.
El día 24 de abril, si recuerdo bien, la Sala Superior, del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación en México, declaro inválida esta votación por que esta minoría fue insuficiente a favor de la Revocación de Mandato; una minoría de aplaudidores de Obrador que estuvo muy distante de llegar, mínimo a un 40%; que era lo necesario para que esta votación fue acreditada como válida. Solo redondearon estas papeletas el 10%, por lo que resulta necesario entender la molesta reacción de Obrador. Desencanto que nunca manifestó, que como es su estrategia, reitero, de político sagaz, deglutió su enojo ocultándolo.
Otro asunto fundamental que crea confusión a todos los mexicanos que sí estamos atentos a lo que está pasando con López Obrador, es su permanente e incluso irresponsable acusación de ser “Traidores a la Patria”, los que no piensan como él. Esta manifestación del mandatario mexicano a decir públicamente en los medios y en sus mañaneras, a mi juicio, con todo respeto; ser considerado como un traidor a la patria, no tiene nombre, por no decir otra palabra más fuerte. Ahora resulta que quienes nacimos y habitamos esta nación, si no pensamos como el presidente Andrés Manuel López Obrador, somos traidores a la patria. Esto es en referencia a los diputados en el Congreso, que pararon en seco la Reforma Energética de Obrador. Sobre este asunto existen muchas páginas por escribir: acontece hoy en el mundo entero, que la tendencia de las naciones a un desarrollo de energías limpias es irrebatible; incuestionable. Sobran las terquedades nacionalistas en este caso, por más que en buena parte del nacionalismo mexicano, hoy de moda con Obrador, estemos de acuerdo. Una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa. La historia de México respecto del petróleo arroja batallas muy positivas para el gobierno nacionalista de Lázaro Cárdenas, pero, -disculpe lo vulgar del término: no confundir peras con manzanas. Aquellos fueron otros tiempos, mismo que hoy han sido superados por políticas económicas abiertas. El peor nacionalismo fue el de Fidel Castro, con todas las virtudes que contenga su socialismo; la tragedia anacrónica contra el capitalismo es hoy, Nicolás Maduro. El México de Obrador, obviamente no es comparable, pero se parece en mucho al fanatismo de Maduro: No hay mucho que agregar: hay nos vemos. Un saludo cordial a Salvador Mora, eterno burócrata.
*- El autor es Profesor Emérito, UABC, por la Facultad de Arquitectura. Creador Emérito, ICBC. Artista plástico.
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