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La ruptura de paradigmas

Esta emergencia sanitaria del COVID-19, nos ha cambiado, ha transformado la vida cotidiana de todos los seres humanos que habitamos este planeta.

Esta emergencia sanitaria del COVID-19, nos ha cambiado, ha transformado la vida cotidiana de todos los seres humanos que habitamos este planeta. Ha puesto a trabajar a científicos en todos los rincones del orbe para encontrar una vacuna que mitigue este gran flagelo.

Al mismo tiempo nos ha puesto a reflexionar y a tomar conciencia de la necesidad de un acercamiento a la naturaleza y a lo humano; igualmente, a ver hacia nuestro entorno ante la necesidad de planificar las ciudades. Sin duda, una ruptura de paradigmas.

Se hablará en el futuro inmediato de un antes y un después de esta emergencia sanitaria, que entre otras cosas puso al descubierto la “fragilidad de la especie humana”, que, a pesar de los grandes avances científicos realizados, se pone en evidencia lo poco que sabemos acerca del universo y de la especie humana.

Un antes y un después para la humanidad, ya que a partir de hoy no podrá vivir de la misma manera, habrá que tener más conciencia de la necesidad de una estrecha convivencia entre países.

En el seno familiar, habrá que fortalecer los valores humanos y el respeto a la vida y a nuestros semejantes.

El hombre ha atentado contra el planeta tierra, dañando a ambos, al humano y al globo terráqueo, como es el calentamiento global, el fenómeno del niño, la contaminación ambiental, la depreciación de la naturaleza, la sobre explotación de los recursos no renovables.

Derrumbes, incendios forestales, huracanes, hambrunas, hundimientos, deshielos, sequías, pandemias, terremotos, tsunamis, inundaciones y toda esta serie de tragedias han sido provocadas por el hombre al momento de explotar indiscriminadamente la naturaleza, en aras de un “supuesto progreso”, lo que se ha traducido en un “atraso”, que ha permeado a toda la humanidad, con el nacimiento de nuevas enfermedades y nuevos padecimientos, por la erosión entre otras cosas a la capa de ozono.

La tierra se está “revelando”, hoy estamos comprometidos después de esta pandemia, a vivir en un entorno ecológico equilibrado y sustentable, para heredarles a las futuras generaciones nuevas normas de comportamiento que busquen preservar al amor a la vida, tal como lo escribiera el filósofo alemán Erich Fromm.

El amor a la muerte (necrofilia) y el amor a la vida (biofilia), son dos orientaciones esencialmente humanas básicas, que pueden manifestarse simultáneamente en un individuo. Las personas con orientación necrofilia se sienten atraídas y fascinadas por todo lo que no vive, por todo lo muerto; mientras que los sujetos biofilios tienen amor por la vida y son movidas por la atracción de la vida y la alegría.

Tenemos el deber ineludible de formar sujetos que sientan amor por la vida y por la naturaleza, en donde el seno familiar jugará un papel importante en esta nueva etapa de la humanidad. La vida no será igual.

Hoy, la situación de encierro nos ha obligado a repensar nuestras formas de producir y de relacionarnos con otras personas.

En el hogar se educa y en la escuela se enseña, y para no interrumpir el proceso de enseñanza aprendizaje existen instancias supranacionales como la UNESCO, en cuyos documentos se destaca la necesidad de la educación virtual o a distancia, que hoy ante la coyuntura que estamos viviendo se ha puesto en práctica de manera generalizada en todo el mundo para evitar los conglomerados y, en consecuencia, el contagio del COVID-19.

Por lo pronto, ya se dio esta ruptura del paradigma tradicional en la educación y no debemos obstaculizar la formación de los estudiantes que tengan amor por la vida.

¡Quédate en casa!

*- El autor es economista egresado de la UABC.

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