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La escuela Álvaro Obregón

Recuerdo la subida, con el motor a toda potencia, por el cerro de la colonia Altamira de Tijuana.

Recuerdo la subida, con el motor a toda potencia, por el cerro de la colonia Altamira de Tijuana. Recuerdo mi primera impresión de la casa de la cultura con sus ladrillos rojizos y sus columnas grecorromanas. Recuerdo volver a ver el mismo, idéntico edificio en una visita a Yuma, en Arizona. Recuerdo la lectura de uno de mis libros en un salón de aquella escuela convertida en centro cultural. Y es que ese edificio escolar sigue siendo toda una leyenda para aquella ciudad fronteriza, pues comenzó siendo la escuela Álvaro Obregón.

Hay que señalar que la escuela Álvaro Obregón, puesta a funcionar en 1930 en Tijuana, fue sede de notables experimentos educativos. Ya Julio Rodríguez Barajas, profesor e historiador insigne de la educación en nuestra entidad, ha dicho en su Historia de la Escuela Álvaro Obregón hoy Casa de la Cultura de Tijuana (2011) que en 1929, a finales del gobierno del general Abelardo L. Rodríguez, “Tijuana contaba con una población de poco más de 8,000 habitantes, cifra que rebasaba los límites de la única escuela existente (la Miguel F. Martínez, que existía ya desde fines del siglo anterior), por lo que un grupo de distinguidos ciudadanos se constituyen con el objeto de encontrar beneficio educativo para la niñez”.

El 28 de mayo de 1929, esta asociación denominada originalmente Comité Pro-Escuela de Tijuana dice en su acta fundacional que buscan la “construcción de un edificio destinado a escuela para niñas, estilo moderno, que reúna todas las condiciones prevenidas por la higiene escolar, en vista de que la escuela Miguel F. Martínez, con que cuenta la población, es ya insuficiente para instruir al número de educandos de ambos sexos que asisten a ella, y después de discutirse ampliamente cómo debían arbitrarse los fondos necesarios para el objeto y el lugar de su ubicación, etc., se tomaron los siguientes acuerdos”, entre los que estaban poner en conocimiento del gobernador Abelardo L. Rodríguez y de las autoridades educativas primero la misma existencia de este Comité para su aprobación y luego, ya hecho esto pedirle su apoyo para que se construyera lo más pronto posible.

El gobernador contesta de inmediato y favorablemente. Pronto se consiguen los terrenos, cinco hectáreas y siete mil seiscientos noventa y seis metros cuadrados en la cima de la colonia Altamira, donados por Daniel González, empleado federal, y pronto se le da el nombre de Álvaro Obregón, amigo del gobernador y que acaba de ser asesinado el año anterior, pero el motivo de darle su nombre fue que durante su presidencia creó la Secretaría de Educación Pública con José Vasconcelos al frente.

El comité se movilizó por toda la región y obtuvo donativos tanto del gobierno del Distrito Norte como de empresarios estadounidenses y socios de compañías como el agua Caliente Company. El trabajo de construcción fue para un contratista de San Diego bajo el mismo modelo neoclásico con que se construyeron otros edificios del mismo periodo en los Estados Unidos. Según Rodríguez Barajas: “La construcción de la escuela Álvaro Obregón duró 12 meses.

El edificio contaba en el piso principal con salón de maestros, sala de recepción, salón del director, seis aulas didácticas, biblioteca, salón de actos, baños para hombres y mujeres y salón de actos a manera de galería. En el sótano dos aulas didácticas, comedor, calderas, salón de trabajos manuales, regaderas para niños y niñas, gimnasio, sala de costura y salón de ciencias domésticas. En cada aula había una extensión de teléfono, reloj, guardarropas y sistema de calefacción. A la vera de la puerta de entrada al teatro estaba una vitrina que guardaba celosamente fósiles de animales antiguos.”

La puesta en marcha de la escuela Álvaro Obregón, el 17 de julio de 1930, fue con una magna ceremonia, donde además de los actos protocolarios y los discursos de felicitación y agradecimiento, se contó con la presencia de todos aquellos donantes que la hicieron posible, así como de José María Tapia, el nuevo gobernador del Distrito Norte, y del profesor Matías Gómez, Director de Educación, y luego se procedió a develar un busto del general Álvaro Obregón y a depositar una cápsula del tiempo donde iba el acta de fundación de este centro escolar, “así como varios números de los periódicos locales, diversas monedas y otros objetos para conmemorar dicho acontecimiento”. En 1977, la escuela Álvaro Obregón se convirtió en la Casa de la Cultura de Tijuana. Este año cumple 90 años de vida. ¡Enhorabuena!

*- El autor es escritor, miembro de la Academia Mexicana de la Lengua.

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