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La crispación social

El ambiente político y social en México está crispado, son muchos los frentes que libra el actual gobierno federal, el cual aparentemente no se da cuenta y continúa con ese lenguaje que divide y confronta a todos los mexicanos.

El ambiente político y social en México está crispado, son muchos los frentes que libra el actual gobierno federal, el cual aparentemente no se da cuenta y continúa con ese lenguaje que divide y confronta a todos los mexicanos. No hay día en que no sucedan tragedias, manifestaciones, ejecuciones, desabastos de medicamentos, instalaciones educativas tomadas por estudiantes. Y para seguir en la misma línea de desaciertos, el mes de enero ha sido hasta hoy el más sangriento en la historia reciente de nuestro país. A pesar de ello, al gobierno federal le ha costado trabajo reconocer que no ha diseñado una estrategia para disminuir con este flagelo.

Hasta ahora la estrategia de “abrazos no balazos” no ha rendido los frutos esperados, las ejecuciones están a la orden del día y la sociedad se encuentra a espera que se cumpla lo prometido en campaña. Por si esto no fuera poco, no hay duda de que el presidente López Obrador confunde la crítica con hostilidad hacia su gobierno. No admite ningún señalamiento de sus errores u omisiones de nadie, ni de periodistas, comunicadores o líderes de organizaciones sociales. El que ejerce la crítica es catalogado como un “conservador” carcomido por la nostalgia de los privilegios que se suprimieron con la llegada de la Cuarta Transformación. Sus críticos no merecen su atención, menos su tiempo. No le interesa escucharlos, en los casi 14 meses que lleva en la silla presidencial, no se ha reunido con alguno de los líderes de la oposición y menos con legisladores que no son de la coalición Juntos Haremos Historia.

Es un error que le puede pasar a cualquier gobernante cuando se dedica a descalificar a quienes no piensan igual que él. La cerrazón les nubla el pensamiento, creen que si los critican lo hacen por molestarlos, pero no, la crítica tiene una función muy importante en nuestra sociedad, porque quien la ejerce está viendo una realidad distinta a la que pudieran ver los gobernantes, quienes en muchas ocasiones se rodean de “lambiscones” que para que el “jefe” no se enoje a todo le dicen que sí, que todo está muy bien. Entonces tiene que ser la opinión pública que realice esta actividad con el riesgo de ser avasallado por los memes, que circulan en las redes sociales. Algunos políticos han contratado los servicios de personas expertas en la elaboración de “BOTS” cuyo objetivo primordial es tratar de desacreditar a personajes de la vida pública, para minar su credibilidad.

La crítica también sirve para recordarles a los políticos que los puestos no son de ellos, que fue el pueblo quienes los eligieron. De alguna forma, la crítica sirve de contrapeso de las acciones que realiza un gobierno. Aun con todo y eso muchos gobernantes hacen y deshacen a placer, como si el gobierno fuera de ellos, se creen indispensables e insustituibles y no hay gobernante que no aspire a eternizarse en el poder, porque piensan que, sin ellos, el gobierno no funciona.

Sin duda, esta es una visión, pero pueden existir otras que argumenten lo contrario, pero pensamos que no deben importar las visiones o las posturas políticas que pudieran existir, lo que nos debería importar son los “resultados”, que no llegan. El crecimiento de la economía, la inseguridad, la impunidad, la seguridad social, mayor presupuesto para la educación superior, entre otras asignaturas pendientes. El paraíso terrenal de la 4T está en entredicho, la lucha contra el modelo neoliberal los ha desgastado y ya perdieron la brújula. El barco navega a la deriva sin rumbo fijo carente de un fuerte timón.

*- El autor es economista egresado de la UABC.

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