Héroes en el infierno
En nuestro país, cuando apenas empieza su expansión, es hora que los políticos se comprometan con el pueblo.
En estos momentos aciagos donde la sociedad espera que sus autoridades prediquen con el ejemplo, ante la incertidumbre de la emergencia sanitaria que hoy afecta a todo el planeta, por la propagación del virus denominado COVID-19, que no distingue razas, ni creencias religiosas o políticas y que está costando miles de vidas.
En nuestro país, cuando apenas empieza su expansión, es hora que los políticos se comprometan con el pueblo, es tiempo que demuestren que están del lado de la sociedad y que dispongan los recursos económicos necesarios para que las instalaciones hospitalarias cuenten con los equipos y medicamentos adecuados para hacer frente a esta pandemia.
Investigadores y expertos en el área de la salud, consideran que el gobierno actuó tarde y opinan que se perdió tiempo en aplicar recetas que eran alternativas de solución probadas efectivamente en el siglo XIV durante la peste negra; la respuesta no eran rezos, estampitas o amuletos, no se tomó en cuenta sus recomendaciones, únicamente prevalecieron las de algunos políticos neófitos en el tema.
Al inicio del 2020, el sector salud vio recortado sus presupuestos, el maltrato a los científicos y a los profesionales de la medicina, (doctores, enfermeras y todo tipo de especialistas), fue bastante evidente. Ante el cataclismo sanitario se dio un marcado menosprecio encabezado por el machismo presidencial.
Hoy, al fin, ya se toman medidas de emergencia, casi rayando en el toque de queda, luego de minimizar, juguetear, ocultar y mentir con el coronavirus. Este azote no distingue, se han confirmado casos entre políticos, gobernantes, funcionarios de los tres niveles de gobierno y legisladores, además de la población en general.
En ese contexto, el gobierno tendrá que poner todo su empeño porque el juicio de la historia, próxima a escribirse, recaerá sobre ellos inevitablemente. Ahora sí, ya están preocupados y convocan a los médicos y enfermeros para salvar las vidas de los mexicanos, incluso algunos llamados a regresar de su retiro.
Sin embargo, varios no aceptan dejar el retiro, mucho menos consienten el discurso de ser los “abnegados héroes”; tienen sus opiniones diferentes entre los médicos activos y los jubilados, pero coinciden en no ser calificados con adjetivos de “héroes”, “súper humanos”, profesionales que no duermen y arriesgan sus vidas, genios ilustrados y hasta aplausos les brindan por las noches.
Muchos expertos de la salud han muerto en el mundo durante esta epidemia y nadie se pone a pensar que no son soldados en una guerra, que son padres y madres, que tienen hijos, familias, pero eso sí, todos quieren que su trabajo sea gratuito y altruista.
En México, no quieren ir a la “guerra” sin fusil, los médicos están en primera línea sin máscaras, sin goggles ni equipos de protección personal adecuados, sin gasas o cubrebocas, sin armas terapéuticas, sin ayuda, sin reactivos para detectar enfermedades, implementos que no se compran por mantener subsidios, becas y apoyos para votantes.
Existe una lucha mediática de egos entre los políticos por aprovechar los reflectores, porque de eso viven, pero es momento que la medicina sea valorada en ese país. Es hora de tener salarios dignos, justos y compatibles con la importancia de esta profesión.
Es tiempo de dejar de malbaratar la profesión claman los médicos. No aceptan ir a la guerra sin fusil, ni tampoco el mote de “apóstoles” y “héroes. El término apostolado, dicen los médicos, es un pretexto del estado y del mercado para ser “abnegados” y “altruistas”. No quieren ir a la guerra y morir, hay que valorarlos, para que dejen de ser los “héroes en el infierno”. “Quédate en casa”.
*- El autor es economista egresado de la UABC
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